viernes, 25 de diciembre de 2015

XXXVI

Saco las cuentas de lo que hicimos
en una hamaca

Es fácil descontarle tristezas a la vida
cuando ir y venir es tan literalmente cierto
soy feliz sólo porque un pie no toca las hojas
y la dulzura dura lo mismo que un reflejo que se disipa

Volvería de un salto al momento en que te di mi pena
eras tan suave
te quería tanto que me dolía la sangre
me quería tanto que hasta el olvido era posible
y nos regalábamos la piel y cada trazo de cielo
se parecía a tu pelo

Pero ya no hay ciclos a los que recurrir
la hamaca va y vuelve
y es igual tocar la tierra con la espalda
que sumar las puntas de los pies al claro en las hojas

Mi moción esta noche no admite negativas
sólo en tu espalda efervescente hubo alguna vez una risa
y no tuve más descanso que tu boca rendida
Si ya no hay pájaros en la galera de tu ombligo
si todos los trucos están supeditados a la mímica
entonces no me quieras más

Fuera de tus chispas de duende todo es pequeño
Y yo crecí demasiado

lunes, 21 de diciembre de 2015

XXXV

Nací demasiado cerca de un sur que ya no está
Tuve una risa de muelle y me sobraba el frío en la boca
de tanto contar besos que cruzaban el agua de espaldas
alejándose siempre del cordón de penas de mi ombligo

Fui turista en mi piel amenazada
excepto una vez
cruzando el lago hacia la naciente del mundo
un único día en que las manos de un hombre sin silencios mansos
hicieron un cuenco que se llenó de espuma fresca
y pareció que ser feliz era tan fácil como beber de una piedra
y bajar un sendero hacia la orilla

Ya no hay cómo reír así
No queda el hombre que destilaba las tardes
ni la mujer ausente a la que extrañar de a poco
No queda siquiera el frío traslúcido en que me perdía
y menos aun la ingenuidad piadosa
del que ignoraba que el olvido era un regalo dulce

Ya ni puedo recordar de qué color era el cielo
esa única vez que pude reírme sin pensar
que me reía

XXXIV

Las horas son sordas debajo del limonero
apoyo la espalda en el nervio rugoso que sube
y el viento se hace copla de jazmín
rozando el atardecer con descuido

No puedo prestarte atención ahora
hay olor a pasto y las hojas conversan entre sí
y si pudiera despojarme del idioma con el que te pienso
no serías siquiera el instante mínimo
que tarda el perfume en evocar la vida

Por eso te ruego que me dejes quieto
no inmóvil sino quieto
de mundo y de palabras
porque estoy abandonado al olor de la tarde
y cualquier desvío me entristece

sábado, 19 de diciembre de 2015

XXXIII

Soy el celador de la risa otra vez
lamento desconocer el modo de infiltrarte en la vida
Ya pasó demasiada gente temblando de miedo
y lo único que puedo admitir esta noche es el recelo

Tengo tantos ojos guardados en mi caja de ayeres
que aun si quisiera no podría mirarte
pero ni siquiera lo estoy considerando

Mi único escondite está detrás de esta silla
No tengo más huéspedes que esperar
y te pediría a gritos que te fueras de mí
hasta muriéndote me estorbarías

Hay ratos que se tejen turbios en la pena
y menos por menos no siempre suma algo

Secate las lágrimas
y dejame despedirme en paz de mi ternura
Ya no me gusta este rito incomprensible
Querer es otra cosa
y ni siquiera se parece a esto

viernes, 18 de diciembre de 2015

XXXII

Me represento ante Dios y en general pierdo
creía hasta recién que era porque Dios no existía
pero no
es un fracaso más resonante que ese
No he sabido decirme cuánto valía un beso
y menos aun cuánto costaba deberlo

Me reprocho entonces no haber sabido estar en mi lugar
ni haber hablado en mi nombre
ni haber rogado en nombre propio para arrepentirme luego

Mi testamento sería hoy tan insignificante como yo
y lo aplacé para dentro de unos días
No es que tenga pensado morirme o algo así
es sólo que tengo tanto que torcer
que hasta un suspiro sería una mentira

Por eso
aviso que no estoy
y cuando tenga claro si mis heridas duelen
diré qué consuelos necesito
y qué caricias regalo

jueves, 17 de diciembre de 2015

XXXI

Todos los pies que veo esta tarde apuntan a tu espalda
excepto estos
que llevo diligentes a la naciente del río
y los tuyos que se escapan de vos todo el tiempo

Pequeña hoja quebrada de noviembre
Pequeña rama febril de la ausencia
Pequeña pequeñez de la mano

Todos los pies que veo se arrojan al estallido de un enojo
que vale la pena pero no me importa tanto
Excepto los tuyos que prefieren secarse en mi empeine
y los míos
que te aprietan y cascan y templan
como si necesitaras de mí para ser un espejismo

Pequeña
Chiquita como gota de frío en la memoria
Diminuto soplo que deja el pájaro
cuando huye de la ventana

Si supieras lo triste que estoy esta noche
Si supieras al menos que existo
Me perdonarías todo

XXX

Hay demasiados muertos en el camino
Suplica una madre
y otras tantas se envuelven en la piel interrumpida
y de la sangre cortada hacen tinta en los ojos
y caminan

Tuve que escapar de la placidez del mártir
Qué plácida y beatificante es la pena inconmovible
y solitaria
Tuve que escaparme del espanto que se paga con fastidio
pero se olvida en una boca de subte
o en una puerta de taxi que lleva a la paz de la cama

Muertos
tantos que ni descontándoles dedos parecen menos
tantos que ni borrando sus llagas
llega uno a consolarse lo suficiente como para sentarse
y mirar
sólo mirar caminar a la historia alrededor del mundo

Hay cuerpos imposibles
Negados al luto y al destino

Son los únicos que valen una lágrima

miércoles, 16 de diciembre de 2015

XXIX

Cantás dos veces
y te sobran signos en la boca para describir ese pétalo que cae
y el pétalo cae
de todos modos

Cruzás las manos sobre el ombligo
y se supone que dormir es más fácil que quererme
y quererme sucede
de todos modos

Pero no puedo esperar esas cortesías
porque a esta noche le faltan colores
al menos esos que dejé en manos del duende
que cortó las flores de la risa
y se las llevó de paseo

Dormís de espaldas
y te rascan la cara los olvidos
y todo se hace olvido
de todos modos

XXVIII

Menos mal que a la nieve de abril le faltaban desgracias
Si te hubiera dejado mecerte ese día en las manos de mi niño
hoy seríamos sólo espinas buscando sangre
o peor
espigas de julio rociadas en veranos de otros

El agua del sur recoge demasiada memoria
Si hubiéramos subido un poco más habríamos visto demasiados recuerdos
y eso nunca es inofensivo

Vayamos entonces de nuevo a la noche que desató esta pena
y veamos si es posible recomponer esa payasada mentirosa
que partió en dos la vida

Un cielo sin nubes es siempre sospechoso
Mejor es atarse a las tormentas sin cielo
porque las máscaras dejan máscaras como huella
y en tanto descalabro
hasta dejarse morir de pena parece mejor que la esperanza

Crucemos los dedos
El trigo está maduro detrás de la puerta
y hasta el miedo se ha ido espantado de esta brisa nueva

Lo que se mueve es el tiempo
y eso nunca
nunca
deja a la sangre en paz

martes, 15 de diciembre de 2015

XXVII

Pensé demasiado qué haría con los días desde que supe que me quedabas lejos
y acerté tan poco en mis pronósticos que decidí quererte menos

También tuve que ocultar los ojos tantas veces de tu llanto deshilachado
que decidí no quererte y esperar un rato en la cama
haciendo de cuenta que dormía

Sin embargo vuelvo a padecer tu sueño
a restaurar la huella insoportable que deja tu clemencia de mártir
y miro obsesivamente la ventana que se abre en tu ombligo
para reconocerme un rato en lo que fui alguna vez
cuando estaba feliz viéndote triste

Ya no soy así
ya no quiero que me sobres ni me asusta ser dulce
ya no falto a mis treguas pero asisto puntual a mis masacres

Hay una voz difusa que parece rogar
No la entendí hasta ahora

Basta de mí
Dice
Basta de mí

lunes, 14 de diciembre de 2015

XXVI

Hago mímica enfrente de un charco
y de tanto en tanto me quedo quieto y veo lo que había

Recordar la cara propia es un ejercicio fértil
el tiempo está dibujado al costado de los ojos
y sólo por accidente en los pómulos

Por eso, hacerle muecas al pasado no está mal
la vejez se detiene en la lengua menos que en los ojos
y reirse es como orar
como ritualizar la memoria de golpe

Hago mímica y hablo
la voz es más esquiva que la luz
y el olor es imposible de recordar

Me desentiendo entonces de transpirar por un rato
Sólo gesticulo, canto, reverbero

Y en medio de ese acto incompleto de reconstrucción
me llega una espalda casi plena
y yo, retenido en el surco de mi letanía
me veo más completo en otro cuerpo que en este

XXV

Aparezco en mi vida de repente, como un invitado. En todo cuerpo habitan vestigios de lo que nunca ha sido y entre ruinas y rincones llevo flotando en mí fantasmas, restos de piel anónima, olores sin redención.
Por si acaso, es bueno llevar encima un otro lo suficientemente inconsistente como para saltarse pasos. Nunca sabe uno si de una sombra lúgubre no puede salir de golpe una luciérnaga; al fin y al cabo una orquídea es un milagro en una rama tuerta. Y no es raro que en una tempestad alucinada una gota en la oreja sea la diferencia entre el hastío y la risa.
Me consuelo soñando despertares, pero hay un trópico cerca del ombligo debajo del cual todo es angustia.
Digo yo; si es tan fácil deshacerse de una lágrima con el revés de una mano; ¿cómo es posible que no haya manera de quitarse de encima una mirada?

domingo, 13 de diciembre de 2015

XXIV


Estás cosida al color negro de la noche con un hilo de besos
Qué hilandero te tejió en mis manos esa piel exacta
Quién bordó detrás de los suspiros una cuna de caricias ganadas a la ausencia
Y les quitó el cerrojo a las ventanas que dejaban escapar estrellas
Desde el pubis íntimo de mi noche hacia el tuyo más cálido que el silencio

Espero una señal que me corrija
Que me guarde de ver caer la tarde sin pensar que tus labios posibles son reales
Y sólo sé que te cabe mi boca como le caben suspiros al aire de un cuarto
Al diciembre cruzado por el cuerpo del hombre que mira en la penumbra
Y sólo ve siluetas dibujadas en el techo
Con forma de mujer desnuda que escapa hacia una órbita distinta
Distinta y definitiva como la lluvia que castiga la persiana

El mundo está pintado con tus ojos
Cocido en el calor de tu vientre
Dormido sobre tu pelo que cobija asteroides y pájaros

Y yo estoy sellado en un rincón de la penumbra
Terminé de caer hace minutos
Y sólo espero una sombra para colarme en el aroma de tu cigarrillo
Y rociarte de dedos la sangre o el ombligo
Lo que más te convenga.

XXIII

Cuento las horas desde el último gesto
Agachado en una esquina divisible
Recogí un resto de noche que se escapaba del adiós
No miré más por no tejer aventuras en una espalda tal vez perdida
Y me arrepiento de haber sido yo
Quien desató el nudo del olvido

Ahora la lejanía es espesa y sombría
A veces la ilumina una sonrisa cercana y asombrosamente nueva
Pero una creciente no se detiene soplando
Y una caminata mínima hacia una silla
No se borra con consuelos
Ni con palabras rotas en las manos

Hay quienes saben desmoldarse de un recuerdo
Pero a mí me está vedada esa simpleza

Desde que supe que el tiempo se traga las promesas
Ya no puedo habitar los ojos de otros sin pedir disculpas
Ni trepar a mis sueños pacíficamente

sábado, 12 de diciembre de 2015

XXII


Hay quien quiere dejar el silencio para cosechar una mala costumbre en la piel de su amante. El olor funciona desdeñando intenciones imposibles: pasa una cara, pasa un susurro y la nariz se arrebata sin imposturas en un cuello cercano.

No tengo tanto tiempo. Salgo a caminar de vez en cuando por el barrio. En algunas esquinas vive una mujer que me corrompe y se esconde. Veo su espalda en las ventanas. Y sólo a veces veo una ventana que la escupe hacia mí, que vago desprevenido.

¿Qué se le puede pedir a una mujer sin secretos?

Creía que la suerte estaba enredándose en la tarde. No soy tan afortunado como para tejerla de nuevo. A ella. La suerte siempre se acaba.

En algunas semanas voy a morir de pena: Mi madre está cansada de abdicar de mí. Mi hembra está cansada de descuidarme. Mi amor está cansado de acostumbrarse a la tristeza que le robo. Si no muero de pena, voy a morir de tontería. Y si no de suicidio. Eso siempre salva de la desesperación o del aburrimiento.

¿Qué se le puede pedir a un hombre afónico como yo?

Mi costumbre es decirte lo que no sucede, al menos para que te escribas un beso en la espalda con mi nombre. Lo que duele... eso no se puede decir desde aquí. Falta un cuerpo a tono con tanto garabato del destino

XXI


Hurga en la piel con los dedos
Hurga debajo de la piel debajo de la carne
Con los dedos y las uñas

Sangra
Y duerme y sueña que se espanta vestida de muerte
Su amor está tan triste tan lejos
Sangra y llora su cuerpo derramado en la cama
Su amor está tan solo como ella

Amor amor que quita la vida
Amor que da la vida por qué no me apacigua tu boca ligera
Por qué no estoy hecha de verte
Como cuando esperabas tu orfandad invertida
Y te ibas de mí a esa esquina sórdida
A esa casa enorme y triste

Canta y sangra
Niña de menta que se duerme y llora
Sus brotes esperan cada palabra suya
Y ella los riega de voz en su pena de ella
Para cuidarles la sonrisa y los ojos

Amor amor que nunca me quiere
Que nunca me ofende con su cuerpo adornado
Por qué me hace daño la tarde
A tu lado
Vacía de roces descuidados
Abandonada y bella siempre ingratamente tarde

Llora y duerme
Dice que su aroma es más del mundo
Que su piel es ligera como siempre
Que le faltan tormentas a su espalda de hembra

Y él
Solo de ella hasta los huesos
Apoya los ojos en su fiebre
Y fuma sin piedad su dolor infinito

XX

No sé qué color hay que ponerle a la sombra de una sonrisa tan estrepitosa como esa que recuerdo. Hay rostros que se cuelgan del atardecer y detienen el ciclo del día; y entre tanta pesadez hastiada es imposible no recortar con delicia el instante fugaz de una boca tan fértil.

Hay nombres propios en la pena; pero algunos la rondan desconfiados y otros simplemente la espantan. Te lo diría sin tantos rodeos, pero temo demasiado que la imprudencia me lleve a un abrazo sin escape; ni siquiera vos, con tu boca rescatada de las auroras imposibles, sabrías quedar indemne de tanta oscuridad.

Digamos entonces que hay duendes dando vueltas por la casa. Cantemos una copla permanente de secretos; el mío es trivial: un beso, una carta, un giro, una escalera. El tuyo está despojado de mí; tanto que ni yo sé muy bien cuánto de esta noche le cabe.

Juego a que soy más dulce que lo que merezco; a que sos menos luminosa que lo que quisiera.

El resumen de esta impotencia es la cobardía que me mueve las manos esta noche. Pero entendé que si pudiera correr al menos una vez detrás de lo que vale la pena, me harían demasiado daño las espinas del pasado.

Así te quiero. Tanto como para rematarme a palabras.

XIX

Mis niños se hacen nube en las manos crispadas
Una suela de zapato se adivina en el amarillo quieto de la pared
Es la sombra imposible de la revolución más fértil

La risa está presa en los ojos de mi espiga más nueva
Le tiemblan los labios a Dios cuando mi hijo se ríe
Llueven milagros en la piel y brotan acordes de río
cuando se ríe

Hace menos de un día que sembré de lunas esta casa
Y un gesto incidental de la vida descentró las cosas
Estoy tan fuera de mí que no me queda espacio en el mundo
Para meter una tristeza que valga la pena

Tendré que arreglar este dolor tan turbio
Cada espera es un crimen
Cada lamento es un crimen

XVIII

Hoy bajé la calle desde el calor de un pájaro que se restaba del cielo
Era demasiado temprano para escribir mi desengaño
Y tenía que llegar a ver tu nombre en la cima de la tarde
Pero no pude siquiera empezar a nombrarte
Era muy difícil esconder los besos que llevaba y me los robó la luz en una esquina

Ya no sé si persistir en esta felicidad ingrata
Ser feliz así es más doloroso que querer

No sé si llegaste a ver que la espalda me cambia de color cuando te acuno
Y que cada vez que salgo de esta cueva me arden los labios
Pues bien
Esa espuma que cubre las huellas que dejo en el camino
Ya no es suficiente para tapar las lágrimas

Mirame al menos una vez con piedad
Llorar tanto deja marcas en los pómulos
Y ya no sé cómo hacer para disfrazarme de río

XVII

Me bajo del tiempo
Ya no me quiere la que me quería
Ni me busca la que me buscaba
Ni me espera siquiera alguien en secreto

Tuve miedo ayer de dejarme llevar por un pronombre
Pero ahora estoy más solo
Y ya no me importa demasiado el estrépito de las huídas

Hay quien se va porque teme
Hay quien se esconde por las dudas
Y estoy yo, que simplemente me rindo

Hace muchos (muchos) años podía estar así de triste
Hasta parecía heroico parasitarme
Pero ya pasaron demasiadas caras por el espejo
Y perdí demasiado tiempo consolando muertos

Me bajo
Y si me quedan pasos caminaré un poquito para atrás
hasta encontrar el día en que me volví tan torpe

XVI

En un par de horas voy a ser menos hábil para espantarme
Aprovecho estos minutos para escuchar cómo respira mi hijo en la cama
Y de qué color está pintado el sueño del otro
El que dice que el agua es más dulce que un aplauso de paja

Aprendería a quererte si no tuviera tanto miedo de la noche
Y si pudiera sembrar un pedacito de esta casa conmigo
Podría temblar más rápido ante tu boca

Pero

Estoy más viejo que las canciones que me gustan
Y menos frágil que cuando resucité de los ojos de mi abuela
Y en estos tiempos llenos de huellas tristes
Lo único que me sale es ser turista en mi silencio

XV

Dejo caer los párpados sobre un fulgor mentido
No es cierto lo que veo
Y es mejor dejar quieto lo que parece borrarse durmiendo

Detrás de la puerta siempre se escucha el murmullo dócil de alguien
Hagamos silencio
Cerremos los ojos
Vayamos a perder un rato resoplando recuerdos


En cada latido del corazón se esconde un pájaro
Y de cada yema salta una tempestad inconfesable

Mañana sale la piel a rebrotar sus olvidos
Pero ahora
Ahora que ni siquiera son las dos
Está prohibido salir a fundar algo
Porque de noche los bordes de mi pena se extienden
Y no es recomendable dibujar el plano de la vida a ciertas escalas

Lo digo para contratar una tregua:
Valen menos los años últimamente
Pero estoy empezando a parecerme a mis muertos
Y los años de los muertos cuentan eternidades

XIV

Tenía demasiado temor a despertarme en brazos de un recuerdo
pero el olvido es más súbito que mis espasmos de muerto
o los años me volvieron más tenaz para esconder la melancolía

Sea como sea
Abrí los ojos y la fugacidad estaba desbordando el cuarto
fue imposible reconocer una cara entre tanta sombra dando vueltas
y fue peor el desfile de ahoras que el pánico perdido
Ya ni me acuerdo de haber tenido ganas de querer algo
Menos mal que la pena es redonda
Pasará por otro lado en algún momento

Alguien debería cerrarle los brazos a mis fantasmas
Y abrazarme debajo de una nube de menta
sin apretarme las cicatrices que me dejaron las alas
que alguna vez tuve en la espalda

XIII

Los días de la vida tienen menos duendes
y volver al útero de agosto está tan lejos...

No puedo perdonarme más
perdí los sueños en el cabildo de las flores
me tiré panza arriba en la cama
y el techo estaba más cerca que ayer
esperar que hiciera frío no fue suficiente

Me condeno a nombrar el aire
no puedo perdonarme

Sólo necesitaba un nombre
porque el que tengo está viejo
nadie sabrá decirme por qué la paciencia es virtud
ni si querer tanto tiene mérito

Cuando se apaga el silencio no se puede hacer nada
sufrir un poco
dormir llorando

Quién va a llenar el mundo de cosquillas
ahora que yo estoy triste

XII

Limpio de voces y ausente de mis dolores
creí que ya no había lugar para esconder una pena
pero me desperté de mí
y una vez fuera del capullo vi menos tintes
la paleta del mundo está descompaginada
o yo estoy mucho más solo de lo que pensaba

No tengo recuerdos para protegerme
Y hace más calor en mi guarida

No está bien descomponer así una melodía tan dulce
quisiera no haber empezado a remontar esta tristeza
ahora el barrilete tiene olor a mí

Qué mala noticia es el viento

XI

Bajé del tiempo descuidadamente
Ni siquiera recuerdo si estaba bien hacer el gesto de perdonar tanta inclemencia
Pero me invadió un perfume insospechado
Y casi sin mediar un pensamiento tuvo sentido estar parado ahí
a metros de un pasado completo que se había roto
Tengo que sincerarme desde ahora
El perdón no es una opción interesante en estos días
Casi te diría que perdonarte está vedado
Pero juguemos sólo por un rato a que vale la pena ser compasivo
Si fuera cierto que parecernos es un castigo
O que nuestra insoportable comunidad no admite vacilaciones
Entonces deberías estar avergonzado de haberme dejado solo
Como verás estoy tratando de entender quién eras
Pero es más fácil deshojar una estrella con la boca
Que encontrarte dormido de amor cerca de mí
Sería capaz de resistir soplando una borrasca
Pero jamás podría dibujarte suave y dulce
¿Será que nunca fui un desvelo?
No puedo siquiera detenerme en una pregunta tan sencilla
Temo proponerte un pacto y que lo cumplas
Y saber la verdad a esta altura no me interesa
Pasé más tiempo amenazándome que deplorando tu felicidad de máquina
Y ya estoy un poco cansado de haber sido hermoso
Si aun te quedan sueños
No los quiero

X

Hay poco espacio en una huella para escribir dos noches
si fueran tres, al menos;
pero hay que dejar hoy mismo dicho lo que falta,
tal vez
porque mañana, cuando te despiertes, ya no haya mucho que decir.

Es así:
falta que vuelvas para que te vea irte.
Esta noche y la de ayer te fuiste demasiado en silencio
y yo, que estoy atento a mis descuidos, miro el piso marcado por lo que había,
que eras vos, caminando, tan linda.
Pero no te vi.
La espalda ahora ya te queda demasiado justa,
pero cuando te ibas, cuando sobre esa huella estabas vos,
el pelo te caía exactamente en el lugar preciso
y era mejor.
Era tu espalda de siempre, quiero decir, la que me gusta.

Un pie, y encima del pie vos.
Yéndote.

Ahora te veo dormir y me apena que sean casi las dos.
Vos ni siquiera sabés que en los hombros te caben tres besos,
porque la piel se te abrasa con nada
y los ojos, cerrados, se te llenan de esas promesas que nunca visito.

Mañana probablemente pase otra vez;
pero nunca habrá un irte más hermoso que este de hoy, que no vi.
Y eso es imperdonable.

IX

La noche
le teje tantas llagas a la pena
tantos tajos le abre a la boca descuidada
que hoy
hoy que es noche y que una muerte se acomoda en la sala
veo desde mi atalaya de eterno agonizante
cómo se envuelve mi dolor sin tregua
cómo se aprieta
y le quiebra los huesos a la única sonrisa que me queda

Busco desde la cruz los ojos negros
y desde el ataúd el pelo claro
de la doble hembra en celo que me abandona
la doble mujer morena
la doble niña dormida

Corazoncito triste qué poca suerte
haber nacido dulce para la muerte

Y en una esquina
la misma que cabe en humo y en lágrimas guardadas
la sombra se parece a mí
ya derrotado
ya humillado por el doble filo de una melancolía enquistada en los dedos
y dado al recuerdo enano que llena de distancia los besos
el recuerdo que punza que envenena
el único posible

Corazoncito viejo qué cosa triste
haber quedado ciego cuando naciste.

VIII

No hay nada de mí en estos desengaños
Soy más bien una pizca de nadie
que se llenó con algo por accidente

Y sin embargo
De un poquito de aburrimiento nacieron pétalos
Y de los pétalos brotó un perfume desbordante

Nada puede hacer divina una contingencia tan irrepetible
Pero las máscaras se parecen tanto a mi deseo
Que empiezo a pensar que tal vez
Sólo tal vez
Los accidentes son lo único que importa

VII

El tiempo dura lo que tarda un niño en bajar el lomo de una plaza
La vida entera cabe en ese recorrido
Después hay un viaje al silencio
Unos días gastados en mirar como crece el desamor
Y un que otro encuentro furtivo con unos ojos ajenos
Que se parecen tanto a los míos

Ya ni siquiera tengo esa piel escondida
Tan triste estoy de mi pasado que no recuerdo una noche
Ni siquiera una
Menos frágil que esta, que está condenada al hastío

Quién cuidó esas horas me pregunto
Quién se hizo responsable de tantos desencuentros

Me quedan de tus ojos sólo imágenes borrosas
Nunca me vi desnudo ni creciente
Y tuve tanto que hacer entre esa bajada y esta noche
que se me perdieron los climas y las penas
Las penas sobre todo
Hubo demasiadas y ninguna te reclamó nada

No importa
Ya no hay nada que pagar
Ni a quién cobrarle

Porque el tiempo dura lo que tardé en bajar esa lomada
Y eso fue lo último que valió una lágrima

Yo sé que este dolor tiene contados los días
Los míos
Y los tuyos

VI

Los muertos que dejamos bien pueden llorarse solos. Hay que olvidarlos, despreciarlos, vaciarlos de memoria. Qué triste hora nos toca. Recobramos cenizas para enterrar huesos nuevos; huesos desnutridos, resquebrajados por el olvido y la ingratitud. Que mueran de nuevo nuestros muertos, qué importa. Sangre sobre sangre para nada.

No es posible. Sobre el llanto desgarrado se tejen puentes sin historia. Nos desentendemos del asco que nutría la sed crispada de un puñado de mártires.

Que se lloren solos, que vuelvan a morirse.

El tiempo está quieto ahora. Finalmente la Idea gobierna el deseo de una plebe inmisericorde y pálida: los muertos que se pudran en su memoria incómoda.

Pero cuidado. Hay marcas en el pasto, pisadas, restos.

Y algún día ese olvido va a reclamar la parte incontada, la cruda desnudez del alma que sabe que ha olvidado.

Y en ese momento habrá que ver si es tan valiosa la risa despojada y sorda. Si eran tan valientes los que se postraban ante la suficiencia de los buenos modales y el decoro.

Los muertos que dejamos bien pueden llorarse solos. Cuando los lloremos nosotros será demasiado tarde.

V

Las cuentas del tiempo las cobran los justos
Las paga el silencio y se calculan las costas en lágrimas
En horas vacías y en noches desgarradas

Si el consuelo fuera un precio podríamos sentirnos héroes
Las marcas del desprecio se borrarían solas
Y los pocos contados entre los mártires serían santos vivos

Pero el destino está desnudo
Siempre

Un abrazo es a veces más triste que una cepa quebrada
Lo sabe el que tiembla de pánico cuando lo toca el viento
Y el que llora solo en las comisuras de la tarde
Porque conoce la voz espantada de los traidores
Que con su pánico irremediable sentencian cataclismos
Fraguados en su propia carne desteñida e infértil

Una palabra de más es suficiente
Todo cobarde sabe que su tiempo está desarreglado
Y desata su furia sobre el sueño de otros
Porque se huele que le van a pedir explicaciones

Que no tiene

IV

Ya no me pidas nada
subir bajar volver rodar
desensillar de la rama de tu risa
o trepar a la cima de tu espera

Nada de nada
porque hace tiempo ya
todo movimiento se ha vuelto prescindible
y cada centímetro de cielo está partido y solo

Yo tuve alguna vez sueños portentosos
una pelota
un abrazo de madre que contara
un regalo

Hoy ya sé que no vale demasiado querer tanto
y menos esperar poco

Por eso
si vas a dejar que adivine lo que falta
ni sueñes que sea parecido a mí
porque estoy en otro lado
y sólo a veces me reconozco

III

Ya ni me duelen tus ojos
ni me asfixia tu abrazo
ni me alivian tus dedos

Soy más tibio
más noble y más suave que hace horas
estoy más seco y despojado
y a la noche me visitan menos ángeles

Tengo el mismo calor que ayer
pero me saco los ojos cuando estás cerca
y hago el truco de pensar sin nombres
y regarme la pena con el sudor sobrante

desde que dejaste de nombrarme
la vida se hizo pasto nuevo
y debajo de los pies se sienten las gotas del rocío

II

Desde mi ventana mi siempre ventana
se ven dos vidrios rotos
un edificio horrible con hermosos balcones un teatro
otro bar tres esquinas mi reflejo
Se ve pasar el mundo que es el mismo que es otro
yo soy otro y soy el de ayer
cuando no vi los vidrios rotos
la gente pasa que es lo que mejor hace
el edificio está que es lo que mejor hace
yo escribo vaya a saber por qué

Pensaba un poco en el sentido de ser como si se pudiera
y no encontraba muchas oraciones eficaces
remitían todas inevitablemente a mi ventana
a mí
que sólo soy sustancia cuando miro
no ahora que cierro los ojos un ratito
y soy un poco el piano que suena en la radio
la tacita de café que se apoya en la bandeja
el murmullo general del bar

Estoy resbalando desviándome

También hay plantas en mi ventana
y una de ellas me complica en sus planes
de ella quiero hablar
quiere salir de la maceta
en la que se aburren unos cuantos bichos y otras plantas
que son básicamente burguesas
y no se molestan por pertenecer al género

De vez en cuando mi plantita es golpeada por los transeúntes
que ejercitan con indiferencia ciertas dotes policíacas
pero ella insiste en su crecimiento migratorio

uno de los vidrios rotos
soborna a mi planta controla que no se arrebate
se perforó un canal para regar de lluvia a la peregrina
el otro vidrio es más independiente
o más liberal
su intención es ser un bello vidrio roto
y ver los balcones de enfrente

es que el edificio es más bien fanfarrón ostentoso
pero cae simpático aceptando cierta vegetalidad
que le queda mejor de lo que debiera
sospecho a veces que a él se debe cierta ansiedad de mi revolucionaria
el edificio está cubierto de amigos y familiares

Un detalle curioso y penoso es que han esposado a mi planta
fue un hombre de eso no puedo dudar
la han obligado a tutelar a otra plantita conformista
que es como la mía pero más chiquita
que empezó a crecer peregrinescamente
pero en un punto reflexionó y volvió
entonces
alguien amarró ambos destinos
querían asegurarse de que mi plantita aprendiera una lección
pero mi amiga levantisca no tiene nada que aprender
no es sobornable

Hace unas horas
un gordo puso un espejo frente a mi Norma Rae vegetal
lo contenta que estaba
duró muy poco apenas lo que tarda en estacionar un flete
pero mi plantita se movió arriba abajo a un lado al otro
notó lo avanzada que estaba su emancipación
yo me vi por primera vez
sentado detrás de ella vi mi café mi mesa
hacemos un buen dúo mi plantita y yo

Ella respeta mi espíritu de aventurero inmóvil
presumo que hasta le agrada
porque es como yo
se figura inmóvil pero se sabe se desea trotamundos
sólo su raíz permanece
es invencible por eso
no tiene más que su verdor su bamboleo tenue
a veces baila la música que escuchamos
y yo tengo esta ropa este cuaderno sangre
estos ojos que me dan la caricia de las hojas de mi plantita
y esta sonrisa que la festeja.

I

Sé que si quisiera descontarle páginas a estos días que han pasado perdería el tiempo y sé también que comencé este post de la peor forma posible. Hablar de lo que no se puede escribir es patético y escribir sobre el problema que surge de escribir sobre las dificultades que se presentan para escribir es un acto terrorista. Perdón.

Puedo contar una historia real o una historia ficticia así que empiezo por la real.

Esta tarde se murió una mujer cerca de casa y pasé a comprobar que la sangre es roja y los sesos y los intestinos llegan a medir quién sabe cuántos kilómetros si se los estira y se tiene a mano un metro o algo por el estilo. Escuché en la televisión que un asesino siempre está entre los mirones así que empecé a buscar y me enamoré de una chica con pollera corta que no quería mirar y me hacía preguntarme para qué estaba ahí, con esa cara de arcada tan desagradable y excitante a la vez y por qué estaba yo casado y si debía decirle o no que tenía esposa cuando fuera a consolarla por los efectos devastadores del espectáculo tenebroso.


Pero se fue.

Vuelvo al episodio que me ocupaba antes de ver a la chica viva: la chica muerta.

Una señora que vive acá nomás así que vio todo qué horror qué espanto dice qué horror qué espanto la pisó un colectivo ¿La pisó o la atropelló? La pisó la atropelló es lo mismo No no es lo mismo porque si la pisó es más desagradable de ver porque no se distingue muy bien qué es qué yo una vez vi y es feo feo Qué espanto cómo dice eso así como si nada Disculpe Está bien está bien estamos todos alterados La atropello y la chica salió volando.

¿Estamos todos alterados? Pobre mujer. Hace unos tres días me la crucé en la cola del supermercado y también Qué horror qué horrible ya no podemos vivir no compro todo lo que necesito porque me cortan la luz y zas tiro todo ¿Pero a usted le cortaron la luz? No nunca pero quién sabe. Pobre mujer.

Llega una ambulancia y bajan los médicos corriendo ellos y a la gente. Parece que no murió Qué alivio qué alivio dice otra señora y llora de alegría. Me ve y le hago cara de qué vergüenza claro claro con estas bestias en la calle ¿Vio qué terrible? Un horror un horror. Si me toca reencarnar voy a ser ambulancista y voy a escupir a la gente embotellada en las catástrofes. Por ahí me echan pero lo hago dos tres veces y eso debe ser suficiente para pagar una vida entera. Me voy a cuidar eso sí de que no se me vea la rayita del culo como a ese gordito de la camilla. Le tiraría una moneda.

Yo voy al kiosco de la esquina y compro un alfajor de maicena. La mujer que atiende el kiosco no vio nada pero está muy indignada porque en esta esquina no se puede estar tranquilo y porque un día de estos se le va a incrustar un auto en el kiosquito. ¿Por qué hay muchos accidentes por acá? No casi nunca pero igual me da miedo. La plaga se extiende, pienso. La gente prende la televisión para saber cómo le va y minga que se va a dejar convencer por la realidad. La televisión parece ser más interesante que la vida propia. Ta bien, eso. O no. Qué sé yo yo venía sólo para vivificar mi costado CSI (ay la tele la tele).

Como sea, la kiosquera me cae bien porque le ofrezco monedas y me dice que tiene y porque tiene miedo de que le pase algo que no le va a pasar nunca jamás en la vida.

Ah... ya no estoy mirando a la atropellada no es que me haya desviado o que no quiera hablar del tema. Mejor dicho: no quiero hablar del tema porque si no hablaría. Ya no me interesa porque fue un accidente y no un asesinato y lo que me importaba era encontrar un asesino serial entre los mirones y hacerle la vida imposible con cartas anónimas o simplemente echarle una mirada cómplice como para que no me contara en sus planes.

La historia ficticia sería que me mudé hace poco, en términos históricos. Y que muchos cuerpos juntos forman un despeñadero de soledades, se encuentren donde se encuentren y miren lo que miren. Eso es lindo.