Querías echarte de los hombros esos duendes
y tan hermosa eras que le magia te bajaba por la espalda
Maga inconciente
hermosa hasta el llanto
bordada de pisadas apenas apreciables
Querías ser la lluvia que regaba la sombra
pero eras tan luminosa
eras tan transparente que te lloraba la cintura
y de tus lágrimas nacían flores
Todo era sombra cuando pasabas
Y le temblaban los dientes a los traidores
y te abrazaba la hierba por ese respiro necesario
que le dabas al verano insoportable
Querías quererme y era tarde
porque yo era tan pequeño que me escabullía
y ni siquiera veías que la enormidad de tu pena
hacía de mi tristeza un soplido insignificante
Mi amor está hecho de tu boca
y con cada palabra que decís estoy más lejos
de merecer el cuidado de tu abrazo
Así era leerte, y de golpe me acordé de cuando te leía tanto.
ResponderEliminarBeso, Belén. Gracias.
ResponderEliminar