martes, 31 de diciembre de 2019

DCLXXIX

Cuando llegue la muerte espero sospecharla
para perdonar todo para perdonarme todo
haber sido hijo y haber sido padre
hijo castigado por faltas indelebles y graves
padre sin palabras más que las amargas
haber sido amante y haber si do amado
amante de adioses escritos bajo piedras
amado de mentira cada vez cada día

Preciso ese segundo fugaz de adivinanza
para devolverle la sangre a la madre amputada
y pedir a cambio una lágrima por la desgracia
de no haber visto apenas el dolor que nacía
para arrodillarme frente a cada unx
de quienes se bebieron la hiel de mis resentimientos
empezando por ella y por ella y por ellos

Cuando la muerte venga que se escuche la puerta
chirriar envenenada por mi paso perpetuo
sólo ese intervalo
necesito

DCLXXVIII

No voy a darme el lujo
de perdonarme
porque fui yo sólo yo
el hervidero de los rencores sucios
el desamor y la hemorragia de lo bello
patético hasta la indecencia
en mi irme de mí para increpar al día
en que ayunó la muerte
y me dejó seguir encorsetado
el un tallo de rosas impenetrable
fui
el padre del no estar para ser otro
a nadie quise para no empujarme
a dejar mi campana

No voy a darme el lujo
de amar nuevamente para dejar brasas
rostros inflamados de tristeza enquistada
manos extendidas sin rozar la tarde
porque nadie sabe
que detrás viene él el centinela
de las horas felices
quemándolas de la memoria
para que no haya huellas
ni razones para ser simplemente
un buen tipo

Me cansé de mí
me robé del calor
de la ternura
y del viento
y ahora hay que esperar
porque por suerte
termina

DCLXXVII

No se pronuncia el nombre
de lo que se ama
siempre más allá del signo
el resto ritual de cada segundo
hace sobrar
el acto superado del habla
porque
querer amar
¿Cuál es la diferencia?
El lenguaje no te cabe
infortunada cenicienta
bañada en amaneceres que
nunca
te cubren los labios como mi beso
y eso
no es querer
no es amor
es sólo la completud herida
y curada al instante
por tus ojos

DCLXXVI

Hago de tu cuerpo tallado en roble
un fetiche de los amores enternecidos
por la luz
que baja de tus ojos formidables
cáscaras del viento que no escapa
hacia la mano intrusa
que conoce tu boca y tu cintura
como se conocen los milagros y las hadas
con los ojos abiertos
que filtran el pudor de los posibles
para que seas
porque el mundo te aprieta
y hace falta besarte
para que seas real y ocupes la viña
con tu vino ya dulce en la uva
garceta que vuela sobre las cosechas
y despide su aire de cítrico maduro
para enamorar
a quien creía que ya no había nada
y encontró tu espalda
en el camino

lunes, 30 de diciembre de 2019

DCLXXV

Sólo es fiel a su sangre quien resigna
la paz de su cadencia en letanía
sólo vive lo hermoso un puro día
repetido en la piel que se persigna

A ser juego de otrx, a ser amada
aunque dure el amor una caricia
sólo es fiel quien se atreve a la delicia
del malvón que hace pie donde no hay nada

Y de nada se muere sin un beso
como el sol que marchita hierbabuenas
porque sólo se riega con la pena

de quien quiere ser sombra del cerezo.
Ella huele a jazmín, menta salvaje
sólo es fiel quien anida en su paisaje.

DCLXXIV

En el anverso de este amanecer forzado
un tanto raído por las gotas del higo
recuerdo el sonido de tu voz gemida
en el archipiélago de besos que caían
como las nueces agrestes
sobre tu húmedo paraíso de aromas
que te desnudaba
como la lluvia al verdor de otoño
al violeta y al rojo

¿Viste el sur en otoño
alguna vez?
El silencio es color y si llueve
hablan las hojas en idioma de perlas
como tu boca inolvidable
mandarina del demonio de los besos
manzana prohibda que sin merecimientos
toqué como el tesoro que no puede llevarse
pero arde
en el recuerdo de tu ser de espuma
luciérnaga furiosa
hecha de pan y chocolate
y del mate amargo en compás con la tarde
bailando
el tango de la piel abovedada

Busco
una sola excusa para entender cómo
tanto encantamiento me tocó una vez
y no hay
sólo tu cuerpo más bello que el aire
respiro tu piel
vivo de tus ojos
duermo por tu gracia
y me desvelo por ella

El mundo hace las cosas mal
porque no es verosímil que me quieras
grávida bocanada
del aliento infinito de Dios

domingo, 29 de diciembre de 2019

DCLXXIII

Hay más que el mar, aun desde la orilla
inverosímil
de tu espalda, vestida de hoja impúdica,
que es obligatorio acariciar sin pausa
o mirar llorando,
porque en los huecos de lo bello asoma tu mirada
tu mano tibia encadenada al mundo
para tocar la hierba
y verdear los campos del deseo
con la piel tensa de quien busca el sueño
y lo tiene allí, hecho mujer
que roza el aire para que se entienda
que no se respira más que su silencio
y hay que callar para no escucharte
para morir habiéndote amado
nunca antes

DCLXXII

En el lejano confín de tu risa
yace la almendra que espera tormentas
no hay para el beso ni agravio ni afrenta
menos cobardes que huir de la brisa

Que lleva al fondo de tu piel pintada
por primaveras de leche y canela
mi pobre gracia de clown si escuela
que sin tu boca se pierde en la nada

Todo es verdad tu piel está clamando
ser merecida por tormentas reales
y no vestida por andrajos viejos

No son mis labios más que los banales
harapos sucios de un amor sin cuando
mera desgracia en tu piel de conejo

DCLXXI

Se abrió una grieta infame entre el vientre y el resto, lo que quedó de esa mañana en la que no hubo luna, porque nada había para iluminar que valiera la pena. Nacieron el amor y el espanto, pero no para unir lo que por defecto debe separarse, sino para abrir la brecha más extensa posible entre dos deseos que no iban a encontrarse más, sino esporádicamente.
Fue el sur, la casa sur de lxs ancestrxs irreparables, todxs ellxs, hechxs de barro y ceniza y mentiras de las que no se vuelve sino ya derrotadx. Sólo uno entre todxs cabría mencionarse, pero si no había sutura entre el vientre y su residuo menos la habría entre dos residuos de desamores genealógicos, por lo que su historia volverá al olvido así como se fue a la memoria, sólo para causar pena y llantos crepusculares de los que nunca sería testigo.
Pero el vientre es más álgido que el tiempo, no importa cuán largo sea. Si es difícil deshacerse de un amor que parecía destinado a la eternidad, ¿cómo desamar al vientre que fue casa de terciopelo en el otoño más dulce?
Más tarde fueron los exiliados y más tarde el veneno, cuando no era tarde todavía para zurcir el abrazo que cerrara el ciclo; pero pasó la vida cortada con la mano y el abrazo demoró demasiado, o al menos lo suficiente para que el veneno lo hiciera imposible. Fue tarde allí, entonces, no la noche de rabia que cualquiera conoce, cuando se decretó que no había remiendos para el surco basto. Porque el veneno reclamaba que lo residual se comportara como tal y ante la trágica verdad de que el olvidado era, quedó el exilio de la exiliada. No hay peor verdugo que una víctima en rolde victimario y me consta: ella, arrancada de todo, arrancó el residuo de su vientre de su hogar otro.
Y fue el alcohol y la muerte siempre incipiente; y fue la mujer plástica que quiso demasiado y luego la fortuna de una sirena que dio de su vientre frutos dulces como las brevas y no restos. Y fueron entonces los hijos y las noches largas tan plenas de amor que no cabía en el mundo más que un beso único, plural, interminable.
Pero fue también el residuo, que no sabe de amores y volvió la pesadilla del no ser vaporoso, raído por la lepra de sus ojos infectados de melancolía y rabia, que simplemente rompió lo que quedaba de humano en el mundo, sólo por tragar. Tragar deseos, primero, lo cual está prohibido; no se debe desear porque el deseo duele. Luego, tragar mercachifles con afán de inquisidores que blandieron la brutalidad más feroz. Y tragar luego lo único, lo único que no se debía de ninguna manera.
Fueron, entonces, la villanía, el secreto, el desprecio y la crueldad más dura; el residuo fue verdugo y ya se ha dicho qué pasa cuando eso sucede.
Hoy ya no es. Pienso a veces que sí, que hay la vida; pero la vida sólo espera y yo no tengo nada para darle, porque el amor requiere demasiada valentía y, sobre todo, un vientre del que abdicar en juegos, pero ahí, numerable, contable, amable.
Se abrió la grieta infame y hoy ya carece de topografía. Es extraño, porque todo, todo está al tiro de una mirada a los ojos; pero ya dije, no hay que desear nada, porque el dolor mata. Yo sé de eso.

DCLXX

¿En qué calor estás exactamente ahora
que la tarde quema como tu boca brutal
o el malvón de tu sexo arremolinado
en sabor a naranja y caramelo?
¿En qué esquina, qué cuarto, qué brazos
se estará bronceando tu sueño de marfil
de ser más liviana que la pluma
que desprenden tus ojos invictos?

Yo viejo como estoy tuve en la mano
tu cintura intrépida y ferviente
demasiado regalo para quien llora tanto
demasiada belleza para un pétalo suelto
y
no obstante fue verdad que amanecías
que estabas en el mundo
como están las palomas en mi balcón
castigándome de belleza
sólo porque fui testigo de que tu ombligo
existe
y sabe a la guinda del hombre sin tregua
pero sin el hombre
y sin la guerra.

DCLXIX

Si el amor es la muerte en el instante
si acaso el tiempo abdica su reinado
podría enmudecerte en el pasado
o quedarme en tu espalda de diamante

Pero amar no es tan simple ni cercano
porque el vuelo del beso lo perfora
la dulce tiranía de las horas
está escrita en la palma de tu mano

Tuve un cofre una vez que te guardaba
no eras nada y estabas ya verdeando
eras ya mi malvón pecipitado

Sólo tuve que alzar la vieja aldaba
y llegaste a la vida perfumando
llovida por un Dios apasionado

sábado, 28 de diciembre de 2019

DCLXVIII

Ella volvió al mundo con los ojos naufragando
en un celofán
era otra mañana arrancada al infierno
porque en su boca de remolino se decidía la vida
¡Ey!
no toques ese punto cardinal del aroma
porque ella, con su arma de duenda
va a suturar heridas que parecen tuyas
heridas sin cauce
penas sin creciente
dolores sin noche
¿Qué te hace falta
para volver a su piel incorruptible
a buscarte de nuevo?

DCLXVII

Sólo sabe el río del pie que se duerme
ni siquiera el pie
y menos quien lo lleva
porque todo lo que vale se sabe del mundo
sólo cuando en el alma
baila solitaria la llama del beso
creyendo que habrá otro

Así
sólo ella sabe de mis días fríos
de mi sangre austera
de mis ojos suyos cultivados casi juntos
y de mí
porque de ella sólo sabe la flor
o el cristal sigiloso de la lengua de Dios
que la besa en el cuello para completarse

Dónde estaba Dios pregunta el tango
yo sé que esperando un día propicio
para pintarse la piel
darse sus ojos últimos
y empezar a darle sentido a tanto revoltijo

viernes, 27 de diciembre de 2019

DCLXV

Sé dónde está
el padacito de jengibre que le falta a la tarde
la mujer de malvón
o el malvón con forma de mujer
que riega de higo dulce la lengua y los dedos
con ojos que destratan al cielo
como si pudiera una breva
ser el sentido exacto de todos los árboles
que rabian de verde espeso
vulgar ante el templo de su sonrisa

Sé dónde duerme
la tulipa de la lámpara de Dios
bajo la cual escribió los mares y la luna
y la bóveda celeste que le debe el color
porque es mentira
que no hay estrellas fijas en el fondo de la noche
hay una
y yo sé dónde está
y yo sé dónde duerme

DCLXIV

Era el mar era el agua
yo vaciaba de gritos la arena herida
de noche
en el vapor insensible del alcohol que curaba
que borraba la huella de toda lejanía
todo
quedaba cerca de la mano
desde el tulipán ignoto de una boca
hasta el cielo infame del día en que fui

Era el agua era una nube
yo volvía arqueando el tiempo con lágrimas
a la casa sobrante
en la que era residuo
basura de desperdicios lo que no se toma
como nadie quiere el sismo
o el fuego que reverbera
yo
era triste porque así estaba dicho
y era el agua el mar era la luna
lejos de un ombligo
que abrigara mi oreja de terciopelo

Querer sin presentir
siempre fue así
yo
presentí primero porque quería todo
y ahora
sólo espero que la muerte no duela
y que el mundo florezca más bello
cuando yo me duerma

jueves, 26 de diciembre de 2019

DCLXIII

¿Qué
se inscribe como sueño en el dolor hondo
y permite vivir como si fuera necesario
reincidir, día a día, en despertar?
La luz turquesa de tu voz es la sigla
de toda impertinencia posible,
así como el pánico de la paloma ante el pie
cae de repente el mar sin estridencia alguna
para hacerte invisible
o sólo visible con la piel de gallina
y reincidir
con ese motivo.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

DCLXII

Te vuelvo a ver
en el canto de la hoja ahí
donde nada puede escribirse
pero imprescindible para toda palabra
como hay
un canto de la vida
donde nada puede ser
y
sin embargo
es condición del ser ahí
estás vos
lágrima casi inexistente
del Dios que hace las moras
y la mano que acaricia la panza ahí
donde todo es belleza
tu boca resucita el día
con el río turbio
de la voz temible ahí
estás
vos
bella
inmarcesible

martes, 24 de diciembre de 2019

DCLXI

Afluye la mañana con el aroma agreste
de tu voz raspada
desleída en poemas y vacilaciones en fa
como el Opus de una tormenta
que siempre arrecia en la espalda
donde pasa la lengua
mientras la mano se humedece de hierba
en el gesto amante
de la flor que clama por su abeja

Moriremos es cierto
un día no habrá noches ni luciérnagas
ni veremos el río empantanado de abrazos
cayendo en boca de Dios
que escupe el sol como regalo
para que te vea
mariposa de damasco seco
diamante en bruto que nadie va a pulir
sino sobre mi cadáver guerrero
dispuesto a ser tu brisa

No seré de nadie ya no
ni va a ser mía tu piel ni tu boca
no voy a darte lo que no valga el mundo
pero seré yo huérfano y pequeño
sólo para mí
y entonces en el cerezo ya bello
vas a saber cuánto amor
cabe en un solo beso

lunes, 23 de diciembre de 2019

DCLX

Esto era una garcha. Se jue.

DCLIX

Publicidad: "El mejor seguro para vos y tu auto"; no, no, pará, pará pará. Es para MÍ, el seguro, el auto es lo que YO quiero asegurar, pero mi auto no quiere un seguro; es más, mi auto no quiere nada, ni nafta; YO quiero nafta para que mi auto ande, porque si no le pongo, no lo hace, porque es un auto, un objeto inanimado, una cosa, un mecanismo, un artefacto, un conjunto de piezas encastradas de cierta manera que permiten meterse adentro para ir de un lugar a otro y ahí tenés, no importa si el auto quiere o no quiere ir a las 5 a.M a buscar a mi hijo a un cumple, YO no quiero, pero voy porque DEBO, el auto ni quiere ni debe ir, no le importa, si no se rompió nada y tiene nafta, giro la llave y el motor se prende, siempre, sin excepción, porque el auto carece de deseos, no tiene sueño, por ejemplo, como yo, ni se cansa, ni se aburre, nada de eso, ¿Entendés? No le hables a mi auto para venderle un seguro porque eso te transforma en un imbécil. El seguro es para MI solo y además, metételo en el orto, al seguro "para mí y para mi auto", pelotudo.

DCLVIII

Quiero perder la memoria como pierdo las llaves
sabiendo que está pero en territorios inhóspitos
Perderla para dejar que el cerezo sea sólo un par de ojos celestes
o para que el Gato Silvestre sea sólo una voz que sale de la cocina
para poder hablarla sin que los ojos se empapen
pensarla sin la garganta hecha añicos por el apretón del diablo
porque fue y es y un día no será más
y todo este dolor inabarcable va a quedar en el limbo de la guinda
abriendo en dos cada mañana al corazón ya partido
Quiero perder la memoria para tener madre una vez
sólo una vez, antes de que ya no haya veces

domingo, 22 de diciembre de 2019

DCLVII

Hoy toca llorar
porque el amor se llora
para bien del alma encorsetada
en rencores sin tregua
y silencios imperdonables

Ya
no quiero callar
no hay docencia en el arte
del ser propix unx Yo
quiero llorar lo que hay y lo que falta
y distinguir lo uno de lo otro

La flor crece exudando
como el higo madura con su lágrima
tocan las mías
hechas de arrope y ceniza
de dolor y picaflores

Hoy toca llorar
porque sí
porque quiero
porque el caparazón me hiere
y el viento fresco me acuna
en brazos olvidados
en voces que aparecen y se marchan
pero
están ahí al acecho
diciéndome
que no soy tan malo

DCLVI

La paloma no viene al maíz
escapa del ojo como de la peste
sólo la espera tiene tantos desamores
tantos desaires hechos arrullos tibios
como el consuelo de saber que hay
una paloma
y maíz para ella en el ombligo cálido
que lo lava todo de pelusa y hambre
porque el frío sirve para que me quieras
pájaro fortuito
hendija en la almendra
donde caben los sueños
como ver que no hay pieles más suaves
que las que esperan el día
en que pase la estación
por la casa correcta
aunque no crean nada
aunque no pidan nada
aunque no se conformen con nada

sábado, 21 de diciembre de 2019

CDLIV

Dejé mi sombra al cuidado de un pájaro
sólo para que le muestre el secreto de las terrazas
el vértigo del río y las avenidas
los amores impares y los pares enamorados
pero sobre todo
el verdín inmarcesible de la ciudad desvelada
babeada por cabelleras rústicas o emprolijadas
móvil e inmóvil de acuerdo con la lluvia
y las casas posibles de todos los amores

Hoy que vuelve un rato el frescor leñoso
veo que proyecto el color de los atardeceres
se está muriendo el niño desnutrido de siestas
para que nazca el ángel escondido en la lágrima

viernes, 20 de diciembre de 2019

DCLIII

Hay una pared y hay el mundo
y hay la ventana encandilada de negro
ensordecida de aleteos de aves como fiebres
y abajo afuera
en eso que de mundo tiene el ser rebozado
hay el grito prestado de la niña que corre
y la música intratable del náufrago
que rompe con el codo el espesor del tiempo

Hay una pared hay una puerta
hay dos lienzos a medio terminar regocijados de sol
sólo porque no hubo suficiente
y el maíz los asombra como a hormigas arrojadas
porque de los ojos les llueven sonrisas verdes
y se les hacen hoyos en las mejillas
cuando los acaricia la voz del río anochecido
o el viento fresco y pagano que pasa

Y hay una pared sin ventanas sin puertas
que guarda el corazón del niño inconcebible
porque no quiere batallas más allá de las suyas
corazón arrancado al ligustro de la bicicleta
viejo para amores y perdones hirientes
y en esa pared se cuelan como el agua los ojos
y las voces y los acantilados
porque las piedras van perdiendo su rudeza infalible
y el amor es demasiado necesario
para no abrir el hueco que invite a las espaldas
y a las bocas los ojos los olores a ella
y la ciudad se cierra como una carta
que va a llegar a algún sitio
y eso es ya demasiado

jueves, 19 de diciembre de 2019

DCLII


El desasosiego se enquista en banalidades, el dolor despierta en la trivialidad, como la tristeza, la angustia o la afonía del alma, que ante gestos pueriles nacen como agujas que hieren hasta la sed insoportable de final. La soledad, por ejemplo, aparece en el cuerpo, en su magnitud deflectora del placer de tener un cuerpo, tan sólo como la falta de un sonido que nunca había tenido sentido, hasta que desaparece, como el motor de una caldera o el ronroneo de un ventilador. Se está en una mesa, de noche, escribiendo o simplemente recorriendo la banalidad de un teléfono y se nota de repente que falta el ruido del televisor prendido en el otro cuarto, o los pasos ligeros al baño, o el minúsculo ruido de una taza de té apoyándose en una mesita redonda. Sucede lo mismo con la ajenidad del espacio de aquello que sólo por economía puede llamarse “casa”, cuando simplemente se entra en un cuarto oscuro y no se recuerda cómo se prende una luz, dónde queda el interruptor. Y el tiempo, la hora, los minutos; no se piensa en eso hasta que corren paralelos a sí mismos, hasta que no están dislocados del tiempo por esperarla o por esperar que se vaya, o porque hable, o porque escuche, o porque diga lo incorrecto para que yo me calle y asienta. Todo es formalmente normal hasta que noto que mi vagabundeo irrelevante no va a ser interrumpido, que algo tan sencillo como mirar un programa de televisión es un hueco en el ser, sólo porque es posible verlo todo. Entonces, leo al lúcido Guillermo Ricca decir que “el vacío salva” y pienso que es exactamente eso, el vacío, lo que impide persistir en el no ser que fabrica lo humano; porque hay espacios que habitar, silencios que romper e interruptores que memorizar; hay algo “allí” que no está y eso es lo que nos hace Sujetxs: ser el relleno contingente de esa falta milagrosa. Y seguiremos llorando por estirar la mano para el lado contrario de la perilla, pero sabiendo que así se forja el Yo, a los manotazos.

DCLI

Mis abuelos trajeron a cuestas
la guerra y el regreso providencial
en las manos de mi abuelo se olía la pólvora
y se veían en los ojos de mi abuela
los reflejos tétricos del pan verde
y del cuerpo amputado y moribundo

Trajeron también un exilio salvaje
que no se supo tal hasta que fue tarde
mi madre, verbena en blanco y negro
fabricada a golpes de impericia y dolor
y durmiente solitaria en su voz inadecuada

Yo no debería nombrarme
pero fui de algún modo el espectro de un duelo
entre la lejanía agónica del guerrero
y la danza triste de la sirena mutilada
contra el surco de soledad de un nombre tremendo

¿Cómo podía yo esperar jazmines y damascos
de un canasto de huesos podridos
por el ansia brutal de no ser nunca nadie?
¿Con qué derecho abdiqué de perdones necesarios
a quien tuvo al menos el gesto terso
de una tarde de verano en la barranca del mundo?

Todo lo sé, todo lo supe
pero sólo vagando entre rencores abruptos
hirvientes como brasas que hieren el alma
puse un grito en el mundo y así fue mi silencio
el castigo más cruel a la mujer más triste

¿Cómo se desanuda el lienzo de la vida sola
cuando las soledades son incongruentes?
Un día la muerte va a cerrarlo todo
y quedará en la senda una distancia infame
que hubiera podido destejer cada mañana.

DCL

Si acaso
quiero el tul de tu palabra
como un rezo al sur
o un pétalo de girasol
hecho voz en tu boca
entonces
no pienses que te quiero
ni creas que el destino
hace muecas en el hombro
porque Yo
ya no quiero nada
ni la voz ni la flor ni el ave
ya no quiero sueños míos
no tengo
ni madre a quien odiar
ni padre a quien culpar
ni mujer que me ayude
a ser nadie en el desprecio
y bajar
al círculo más hondo
del silencio
y callar de una vez
de la única forma posible
en que se calla por siempre
Sólo dibujame
una letra en el ombligo
para que se sepa
que fui

DCXLIX

No se puede abdicar de los ojos lánguidos
del paso de los años hiriendo el rubor
o perfeccionando el arte del dolor puro
vuelto sobre sí como las medias en el cajón
mirando a la verduga como cenicienta
y a mí pobre de mí
como el asaltante dispuesto a quitar un alma
de las que tiene tantas el mundo

Ella no se olvida de mis pies sin camino
pero en su simpleza de migrante ya muerta
no ve que ya no existe ese matiz exquisito
de la boca sin lengua castigando el aire
o de los ojos claros absortos ante el día

¿Quién va a pagar
tanto despojo al amor baldío
de un octubre infame
en el que hasta el sueño fue irreal?

Nací demasiado
demasiadas veces tuve que morirme
y en todas
faltó la cruz de mimbre de sus alas
y ahora lloremos hasta que duela todo
verte
oír como gotea tu sangre amarga
porque no puedo perdonarte
ni puedo perdonarme
tanta lejanía

martes, 17 de diciembre de 2019

DCXLVII

El arrayán no sueña con ser pino
sino con que el pino no sea
porque el ser del pino es el no ser del arrayán
y el ser del arrayán es el ser del mundo
la hormiga no hace diferencias
porque sólo ve árboles

Hay humanxs hormiga
y hay pueblo que planta arrayanes

DCXLVI

He decidido sospechar de toda espectacularidad, entendida como la iteración permanente y bramada de la intimidad, vuelta afirmación tan exacerbada que parece más una necesidad de ser reconocidx como combatiente inclaudicable que una expresión de un sentir genuino.
Creo que la militancia abomina de la sobreactuación, como el amor y el arte. Burke decía que lo sublime es ese estado del alma en el que unx está tan lleno de su objeto que ya no le queda espacio para nada más; probablemente sea lo más bello que ha dicho. Kant, en la Crítica del Juicio, se robó medio Burke, despreciándolo, pero en su lenguaje abigarrado dijo lo mismo. La militancia es, si el señor Burke dio en el clavo, una de las manifestaciones de lo sublime, que por la misma definición nos remite a la incompletud: hay más que Yo; o mejor, sólo hay Yo en ese “más”; pero no es una declaración, sino un estado, un estar, un devenir que no se declama, porque precisamente no hay lenguaje sin distancia y quien necesita recitar su pertenencia, su lugar, su espacio, si importancia, no está, ni existe como modo de una plenitud contingente, parafraseando a Spinoza. Es porque su nombre es irrelevante si debe pronunciarse cada vez.
¿Cuántas veces es necesario repetirse parte del pueblo? Ninguna. Se es pueblo en el silencio de la lucha y el abrazo, en la placidez de la escucha y la ingravidez del “no he sido Yo”, sino nosotrxs.
El espectáculo es el todo. No la obra, que debe ser completada cada vez, sino el show, la mostración de lo incompleto como si fuera una totalidad con sentido. Lo es, de hecho y por eso empieza y acaba, mientras la obra persiste. Hay quienes no pueden distinguir entre obra y espectáculo y habitan lo segundo como si forjaran lo primero, sin entender que es el ir y venir entre el uno y la otra lo que da sentido al actuar, que es obra, en la cual hay Sujetx y no protagonista. Le protagonista es lo otro de le Sujetx, pura sincronía autocomplaciente.
Así, abro mi Feisbuc y llueven las ostentaciones del “Soy”, repetidas una y otra vez. Eso es espectacularizar: decir “Soy” en lugar de ser.
Seamos peronistas, pueblo, compañerxs, luchadorxs. No hace falta decirlo todo el tiempo; más aun: decirlo todo el tiempo nos arranca del ser, que es siendo, regalo, belleza, pensamiento, deseo.

DCXLV

Quiero el aire para mí
la mañana para mí
para mí el pantanal del niño
el barro seco
el olor del pan a las siete
los quiero para mí

No para guardarlos
serán propiedad del mundo
de todxs lxs que necesiten
una pregunta
¿cómo te llamás?
Y ese nombre
los quiero para mí

La espalda entintada
y el pecho venenoso
lxs quiero para mí
que sean de todxs
pero como el maíz del balcón
que trajo a la paloma
que sean para mí

Quiero el mundo
el viento fresco del Lácar
y el sudor del sexo
el sabor de todas la pieles
y esos ojos de mentira
todo
para mí

Pero sobre todo
te quiero para mí
y que hagas lo que quieras
que te vayas
que me desprecies
que hundas tu lengua
en bocas ignotas e infinitas
no te quiero
mía
sólo para mí
un rato
que me recuerde
que vale la pena

lunes, 16 de diciembre de 2019

DCXLIV

Cuando me despierto
estás vos
reclinada en la ladera de alba
o fecundando el olor de la ciruela
no acá
es lo de menos
con el cuerpo narrado en tinta
y las piernas recogidas
abrigando la tibieza postergada
de la noche amarga
para que no me duela

Estás en el motor ferviente
y en la voz de niño que ríe
abajo
donde el jazmín austa
y el árbol parpadea
en la pared pintada de musgo
y en la rueda de esa bicicleta
que lleva el pan caliente
a su muerte fiel

Estás
cuando me despierto
y sé que el día va a doler
mucho o un poco
rebotando entre palomas
para ver la reja de mi ventana
de cerca
o lloviéndote de éxtasis
en un sol que tarda
para darme un rato
un ratito
de ojos entrenados en el sur
para ver espinas
que ya sacaste
recién
para cuidarme de todo

domingo, 15 de diciembre de 2019

DCXLIII

No es tarde, dice
pero es mentira.
La vida no tiene hemisferios,
la pena es camino
y la alegría horizonte
inmóvil, siempre en el mismo sitio,
donde no llega nada,
ni la canela,
ni tu espalda,
ni el beso lunar
que nunca vas a darme.

Sí,
es tarde.
No habrá más cerezas,
ni saltará la langosta.
ni el cuerpo va a ser mío,
ni bello, ni cuerpo,
no cabrán caricias
en la piel percudida,
ni seré misterio en el agua,
ni van a quererme
los pájaros triviales
que buscan abrigo,
ni tendré una madre
o un padre,
ni seré feliz.

Puede no ser tarde
para pelear batallas,
o ser uno más
que es lo que vale,
para ser compañero
en la lucha inclaudicable
contra el saurio del odio
hecho de miseria.

Pero para mí,
es tarde.
La vida no tiene hemisferios
y el camino termina
en poco tiempo.

sábado, 14 de diciembre de 2019

DCXLII


Si decidir entre lo bueno, lo malo, lo que hay y lo que no hay que hacer y lo que conviene o no; si tomar el camino correcto o incorrecto, o ir a la muerte o a la vida; si la vida es, digamos, una bifurcación señalizada; si todo se reduce a dejar que la culpa sea hija de la voluntad, o a que el sufrimiento se concierte en una pausa reflexiva que lo exilie o lo enquiste, sólo razonando bien; si ser o no feliz es una mera posición del alma que se fija una noche de insomnio, o lo verdadero y lo falso son sólo finales de una ecuación matemática; si, acaso es pura elección la soledad o pura intención el regocijo, si querer o no querer, desear o no desear, amar o no son sólo una geometría de la conciencia pura y libre que se posa donde mejor le cuadra; si todo lo dicho es formulable en teoremas y sentencias bien formadas ¿para qué, entonces, tener un cuerpo, un sexo, una piel? A lxs objetorxs de la pena sin objeto, que es la pena cruda y real, la que existe de veras, les digo, simplemente, que se vayan todxs a la mierda.

DCXLI

Dejame en la orilla
del dulzor de la menta
como una gota de agua amenazante
pero dejame vos
que tus manos álgidas
me libren del aire
del rubor marítimo del pezón del día
que vierte su leche
sobre lo que hiere
y yo sólo quiero
pasar de tus dedos a la hoja
sin caer nunca
a menos que quieras
beber un sorbo
de mi amor sin sitio
en el suburbio del amanecer

DCXL

Dejame dormir
o no, no me dejes
acompañame
al borde del hueco del día
ahí donde sólo se ve que no se ve
y dame la mano
porque da miedo ser fruta
en el país de la cotorra
a propósito
un gorrión paró
en el balcón ciego del ombligo
ahí
donde tu color es voraz
y olés a día largo
y quiero
que me acompañes
al borde del hueco del día
de la mano
y escupamos para abajo
y nos riamos del beso
que no vas a darme nunca
porque no
porque no corresponde
porque la tristeza aburre
como el ananá
que es pura fantasía
flor
lirio del alma
dame la mano
llevame al hueco del día
y mostrame
que hay algo más
que esta soledad

DCXXXIX

No hay mi lugar en esta caja de penurias
hay a lo sumo un sitio repetido que me deja quedarme
siempre frente a la ventana siempre abierta y probable
con los dedos callosos de recogerte el alma
y las piernas clamando correr a tu resguardo estéril
escribiendo tanto para decir nada
que el pecho me lacera me quema me enloquece

¿Cuántos años tarda un sauce para acariciar el río?
¿Cuántas vidas sin nombre pueden soportarse?
No hay los hijos ni los zorzales del fuentón lejano
solo está Yo pidiendo una muerte decente y digna
como echarse una siesta que dure primaveras y mareas
para dejar sitio al mundo que tiene que pasar
hinchado de la gente que vale lo que ocupa

No hay la madre ni el padre ni el amor ni el deseo
no hay la lluvia lavando las hojas de la serranía
no hay el futuro no hay el pasado y entonces hay nada
no hay el recipiente de unas piernas carmesí
no hay la boca que bese ni la mano que cure
no hay haber ni desconsuelo del lagarto intrépido
no hay

¿Qué océano imposible fabricó tantas lágrimas?
¿Cómo es que todavía no morí en la sequedad vacía?
¿Dónde estás, consuelo de mis segundos, escondidx?
¿No ves que ya no quepo en mis ojos de vidrio?
¿Por qué grito su nombre pidiendo perdones
que no llegarán nunca sino cuando sean espinas?
¿Dónde estás, mariposa, jazmín, brisa, tijereta blanca?
¿Por qué no hay ni vestigios de una paz pequeña?

¿Qué habrá pensado Dios cuando me dio la sangre
y me alzó pestilente y viejo y descarnado?
Hay no haber, no tener, no ser para nadie un arroyo
ni siquiera me quedan los hombros del orfebre
para pedirle que no me baje nunca, que no quiero el piso
sino irme con él a ver crecer auroras boreales
sólo para que recuerde que el color existe.

DCXXXVIII

Tuve que ver morir a la sirena
se acurrucó en mis brazos adolescentes
y ya no estuvo
yo
era tan pequeño como un colibrí
pero ya sabía que las lágrimas eran negras
y las guarde hasta un otoño
en el que su aliento último me mordió las tripas
y no pude
jugar a la sequedad del cerro
impávido y quieto como una araña

Ella
era una pluma flotando en su cama vieja
parecía que la brisa la soplaba desde la ventana
abuela
no había otra palabra que decirle
me senté al lado y le acaricié las mejillas
pero ya
ya sabía que era inexorable
no sé como sabía o sí
sabía como se sabe el silencio del último náufrago
y entonces ese otoño
en el que la paloma se murió en mi mano
la palabra se hizo pluma real
abuela moría
ya muerta una vez
y así
lloré los años que le debía
la vida que me prestó
para que no llevara la otra la que dolía

Hoy
moriría sólo para ver si es cierto
que hay otro lado
que hay Ella en un lugar de almendra
esperándome