sábado, 23 de febrero de 2019

CXXIV

Si hay Dios que se quede quieto
le está saliendo mal la lluvia
y las uvas están demasiado lejos como para pasarlo por alto

El calor se le torció hace ya rato
lo mismo que las ganas de llorar que nunca faltan
y las higueras, desde ya

Que deje un poco de lado el amor de sí mismo
con el mío no alcanza para mí pero me arreglo
no me sobra para los arbolitos y los gatos
ni para los hijos venenosos de las esquinas
y menos para él que ni sé si me lee

Y el amor le sale peor cada vez
yo sabía tener y ahora tengo que rescatarlo del agua
y no hice nada raro ni cambié tanto desde que se dobló la tierra sobre sí misma
Es culpa de él, que tanto gusta de aberraciones

Si hay Dios que me deje solo
hay gente por acá que me necesita más

El verano es robusto
mejor plantar un ciruelo y dar un beso que rezar

CCXXIII

La mañana imprevista de este enero
Le cabe en una mano a la tristeza,
No hay estrago mayor que la tibieza
Para moler en granos un te quiero

Será que al que madruga Dios lo espanta
Con la amenaza del día indescifrable.
Será que la belleza es despreciable
Cuando un pecho feroz no se levanta

Se cierne un cielo duro sobre el día
Sin rastros de cariños ni porfías
Ni aromas aún lejanos de reposo

Es húmeda la piel de por sí quieta
Y no le cabe amor, ni miel, ni gozo
A su cruel porvenir de marioneta.

CXXII

Se lame la mañana sus pesares
Con lengua de llovizna adormecida
Le nacen hijos muertos a mi vida
Y sombras de pavor a mis cantares

El cuerpo se arrebuja en los rincones
De la casa invadida por las penas
No hay briznas de un amor, no hay azucenas
Que laven mi pesar con oraciones

Pero cuaja un pudor, un Don secreto
Que rescata semillas de penumbras
Y se vuelve más tibio el desconsuelo

La esquina de mi cuarto se hace cielo
Y una triza de luna se vislumbra
En los intentos del corazón quieto

CXXI

La sangre en estado de gracia es esta pulsión de angustias sin adelgazar
No sabía qué era un aromo hasta hoy
Y mi sombra al lado de la suya era una caricatura de la nimiedad
Y ahora, de noche, en el balcón
El aromo volvió transfigurado en el Orión perfecto sobre la cabeza exacta
Nada
Eso es lo que vale sufrir hasta que los ojos se derriten de lágrimas
Y sin embargo sólo se puede hacer eso si se tiene un mínimo de honestidad
El aromo es precioso, eso sí

CXX

Hace frío y ella se muere
Al eucaliptos del fondo de la casa se le caen las hojas y ella se muere
Me acaricio la boca con el dedo mayor y ella se muere
Él le pinta los ojos con su palidez patética de macho en celo perpetuo y ella se muere
Sube el precio del azafrán y ella se muere
Y se muere cuando baja el precio del azafrán
Y llueve y hay sol y ella se muere
Y mientras duermo y mientras estoy despierto ella se muere


Ella siempre se muere porque no tiene nombre en esta procesión del asco
Mujer no es nadie aquí
Es sólo algo que se mata
Y se muere siempre

CXIX

No queda nada de ese engaño mudo que me desvelaba
Ahora las cenizas cubren la distancia que separaba su cara de mis ojos
Y no pasó tanto tiempo

El tiempo nunca pasa para estas cosas