sábado, 23 de febrero de 2019

CXXII

Se lame la mañana sus pesares
Con lengua de llovizna adormecida
Le nacen hijos muertos a mi vida
Y sombras de pavor a mis cantares

El cuerpo se arrebuja en los rincones
De la casa invadida por las penas
No hay briznas de un amor, no hay azucenas
Que laven mi pesar con oraciones

Pero cuaja un pudor, un Don secreto
Que rescata semillas de penumbras
Y se vuelve más tibio el desconsuelo

La esquina de mi cuarto se hace cielo
Y una triza de luna se vislumbra
En los intentos del corazón quieto

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