sábado, 23 de febrero de 2019

CCXXIII

La mañana imprevista de este enero
Le cabe en una mano a la tristeza,
No hay estrago mayor que la tibieza
Para moler en granos un te quiero

Será que al que madruga Dios lo espanta
Con la amenaza del día indescifrable.
Será que la belleza es despreciable
Cuando un pecho feroz no se levanta

Se cierne un cielo duro sobre el día
Sin rastros de cariños ni porfías
Ni aromas aún lejanos de reposo

Es húmeda la piel de por sí quieta
Y no le cabe amor, ni miel, ni gozo
A su cruel porvenir de marioneta.

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