Para quemar el resto de nubes que queda en mi risa
hace falta un viento turbio segado por duendes
Yo te di tantos años de piel que ni siquiera recuerdo cómo se sentía
volcarse en la noche de la mano
o rodar por el puerto buscando silencios
Tantos años
que ya hay más penas en tu ombligo que sueños en mi boca
Si supiera por qué estoy tan triste
te dejaría vagar por el patio de mis manos
Pero apenas puedo reconocer mi olor cuando me despierto
Ya no sé cuánto te quise
ni si quiero todavía que me cuentes los días
Y a pesar de mí
si tu enojo de sombras se quita de los hombros
me quedo más vacío todavía
No me pidas nada hoy
por favor
La única ceniza que comprendo está regándose en la noche
y sólo busco un átomo de vida
que se parezca a lo que fui en tu boca
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