Vivo la sangría de la revolución en un cuarto pequeño
y todo lo que importa pasa tan lejos de mí
que si tuviera que correr a salvarme no llegaría vivo
A veces
en la puerta que filtra los años
destellan sombras de un tiempo turbio
tan lejano que la memoria lo ha perdido
Pero me escribe a veces una niña temblorosa de nubes
y otras
se me estrellan en el pecho los recuerdos de una risa insólita
llena del amor que no tengo
y vacía de mí por cobardía
Mi pequeño habitáculo se tiñe de besos
siempre femeninos
que le dan a los duendes una excusa para la danza
Y sé que la piel vale destierros
y la mera fantasìa de oler un hombro
o llorar la tersa mansedumbre de un muslo
paga el infortunio que me agobia
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