En el fondo de todo hay restos inconfesables. Acá va sólo el reflejo tolerable de las ruinas. El conejito está detrás del fondo. Ni se molesten en buscarlo.
viernes, 24 de mayo de 2019
CCXXXII
La memoria cuece miserias, cocina la pena a fuego fuerte y sirve en plato chico lo que no cabe en un día. El olvido es el axioma de la felicidad, porque vacía el tiempo y lo detiene debajo de una higuera, donde todo es azul. Pero no es posible olvidar y menos aun lo prescindible. El recuerdo es la materia muerta de lo que vive; estamos hechos de escombros y desencantos. A veces, sólo de vez en cuando, se prende un fósforo en la cueva y a eso lo llamamos amor. Pero va a apagarse y a volverse memoria. Será también recuerdo mientras dure. ¡Quién puede querer tanto como yo y nunca tener nada! La luz se apagó. No hay nadie más a quien pedirle disculpas. Pero igual hay que despedirse de alguien, todo el tiempo. Y el adiós es la forma de la vida. Yo sabía que iba a pasar. Pero ¿valía la pena semejante belleza? El tiempo no responde esas preguntas, lamentablemente.
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