Nunca tuvo otro cielo que sus párpados
ni luz más viva que su encendedor en el cuarto
Gozó de la espera
y sólo se durmió entre penas
imaginando entrañas y gritos
Una vez, sólo una
sonrió de veras con los ojos abiertos
y de vez en cuando tuvo frío
Pero nunca demasiado
como para reconocer su piel atormentada
La memoria le comió la boca
y calló cada espanto y cada risa
y murió en brazos de su tristeza rubia
su inquilino en la sangre
chiquito como ella
La recuerdo volcada en su idioma ajeno
sin poder decir el desamor eterno que sentía
Hoy pasó un gorrión por la ventana
a buscar mi despedida
pero ya no hay nada que se pueda hacer
Los años matan todo
la vida no es tan linda como se dice
y los muertos que esperen
al menos unos días
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