sábado, 9 de enero de 2016

XXXVII

Si la tarde se peina con trenzas
y la noche se baila y se canta
y una despedida se relincha en lluvia
enonces hay que volver a ser tierra

Antes de dejar la casa en manos de una libélula
supe destilarme la mala sangre con palabras
Pero ahora estoy unos días menos viejo
y el saberme dejado en un charco sin reflejo
cosido a un atardecer desteñido por un grito
es demasiado triste
y apenas cabe la garganta en el susurro del río

Tuve que mecer la noche con cuentos y cantos
y apenas llegué a rozar la sombra del silencio

Quisiera ser más frágil
y menos desprevenido ante el frío del agua
Pero llegar tarde a mi sueño ha sido costumbre
y si pudiera querer tanto
y dejarme llevar pr el olor del anís
no sería yo

Vengo de la guerra
y no hay caso
Se me está terminando la fiebre que me soportaba

Ya no hay dónde dejar huellas
ni pies desorientados que las pierdan

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