sábado, 12 de diciembre de 2015

XIX

Mis niños se hacen nube en las manos crispadas
Una suela de zapato se adivina en el amarillo quieto de la pared
Es la sombra imposible de la revolución más fértil

La risa está presa en los ojos de mi espiga más nueva
Le tiemblan los labios a Dios cuando mi hijo se ríe
Llueven milagros en la piel y brotan acordes de río
cuando se ríe

Hace menos de un día que sembré de lunas esta casa
Y un gesto incidental de la vida descentró las cosas
Estoy tan fuera de mí que no me queda espacio en el mundo
Para meter una tristeza que valga la pena

Tendré que arreglar este dolor tan turbio
Cada espera es un crimen
Cada lamento es un crimen

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