lunes, 21 de diciembre de 2015

XXXIV

Las horas son sordas debajo del limonero
apoyo la espalda en el nervio rugoso que sube
y el viento se hace copla de jazmín
rozando el atardecer con descuido

No puedo prestarte atención ahora
hay olor a pasto y las hojas conversan entre sí
y si pudiera despojarme del idioma con el que te pienso
no serías siquiera el instante mínimo
que tarda el perfume en evocar la vida

Por eso te ruego que me dejes quieto
no inmóvil sino quieto
de mundo y de palabras
porque estoy abandonado al olor de la tarde
y cualquier desvío me entristece

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