La orilla híbrida de mar y espanto
recibe el terso pie del penitente,
no baña el agua más que lo presente
ni enjuaga el sol lo que ha dolido tanto
En otro surco duerme la amapola;
no tiene mares, ni orillas, ni alma,
es una huérfana de amor en calma
vacía y suave como caracola
Él ya no apaña su dolor transido
y ella ha olvidado su caricia suave,
sólo adormece su vuelo de ave
soñando valga en algo lo sufrido.
Crece en el día el duelo insuficiente,
preña la noche un carcelero ausente.
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