En el ciclo del miserable todo es repitencia
el signo está ahí, a la vista,
infama hasta al aire con disfraces autocomplacientes
que envenenan mañanas
y vidas que no importan que se rasgan en angustias
El habla no existe
y el cordero que se viste de lobo reclama su falta
escondido en plegarias burocráticas
y diccionarios yertos
que signifiquen la vida propia
con pequeñas muertes ajenas
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