Baja
al valle
encogida
y descalza, fatigando la tierra,
canasta
bajo el ala impermeable
y
ojos de hambre añosa
a
recoger la fruta vencida del pero
y
volver sobre sí sin saber hacia dónde
porque
no se vuelve nunca
porque
no se parte nunca
más
que de la palabra
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