Llevo el árbol agudo como recompensa
y el fruto maduro esperando en la rama
y la voz del abuelo en el agua gaseosa
orgulloso patriarca de la tierra fría
No hubo en la tierra un brizna de pasto
que quedara indemne de mi lengua furtiva
y la pata del perro todavía implora
la encía espantapájaros y el labio tierno
Hoy no queda ni siquiera el día para mí
no me recuerda ni siquiera el borde pedregoso
¿quién puede querer a alguien que se roba el cielo
sólo por pasar andando al descuido
con la pena a cuestas de lo que nunca fue
ni será?
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