Sé
rezar en los sueños
cubro
con el abdomen el territorio
que
acaba en la cascada verde
y
pido por ella primero
por
su cuerpo retórico y breve
por
su afán de jilguero atormentado
una
pena mejor
una
tristeza suave como el trigo
Sé
también la oración de la garceta
fui
una un día sobre el charco
pero
era tan niño como el fieltro
fugaz
hasta el borde
del
silencio rústico y malicioso
para
que él sufriera
su
villanía ronca de pino viejo
que
mata al arrayán imprescindible
Suframos
de a dos de a mil
la
vida es una espina que se cura tarde
el
amor ya no sirve ya no
no
tengo más
no
soy ese techo de nata en el alma
y
me queda esperar que se apague el mundo
para
que la soledad no me encuentre
deseando
algo
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