viernes, 15 de noviembre de 2019

DLXXV

Vuelvo a dejar tu nombre atado a la tranquera de las caricias perdidas
tu nombre de miel y chocolate siempre esquivo a la burocracia del amor
porque tanto te amaba que me perdí los pastos escarchados
y renuncié a la espalda prodigiosa del ángel que me pertenecía
y hoy
dulce quimera de la palabra imponderable que te desaloja
vas de casa en casa buscando el tesoro que tenías en las manos
y que yo te quité como un niño que esconde un sonajero
¿Acaso será un cielo lo que cobija mi lágrima perenne?
¿Qué le hace a la luz un ojo improvisado que salta al vacío
tentando cegueras incurables de las que se huye sólo con la muerte?
Hoy no voy a morir pero es posible
que la vida me pese pronto y tenga que arrancarte lágrimas más graves
eso se juega
y tu voz como lienzo en el que se pinta la garganta agarrotada
me quiebra los huesos y el pasado y la música
que vos tenías
¿Dónde cabe el perdón en este baile delirante que se inicia
que yo inicio?

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