Vuelvo
a dejar tu nombre atado a la tranquera de las caricias perdidas
tu
nombre de miel y chocolate siempre esquivo a la burocracia del amor
porque
tanto te amaba que me perdí los pastos escarchados
y
renuncié a la espalda prodigiosa del ángel que me pertenecía
y
hoy
dulce
quimera de la palabra imponderable que te desaloja
vas
de casa en casa buscando el tesoro que tenías en las manos
y
que yo te quité como un niño que esconde un sonajero
¿Acaso
será un cielo lo que cobija mi lágrima perenne?
¿Qué
le hace a la luz un ojo improvisado que salta al vacío
tentando
cegueras incurables de las que se huye sólo con la muerte?
Hoy
no voy a morir pero es posible
que
la vida me pese pronto y tenga que arrancarte lágrimas más graves
eso
se juega
y
tu voz como lienzo en el que se pinta la garganta agarrotada
me
quiebra los huesos y el pasado y la música
que
vos tenías
¿Dónde
cabe el perdón en este baile delirante que se inicia
que
yo inicio?
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