No se vuelve del sur sin el corazón blindado
en las orillas del lago bailan saltamontes
y el pedrusco endurece la mirada
Se aprende a mirar en dos
el agua es el intervalo de los cerros
siameses que se claman
cubiertos de notros, retamas y chochos
y pintados de amancay
Al parecer
el frío reventó en julio
un regreso con destino de exilio
adiós definitivo a la lenga y la liebre
y a la historia del puma invisible
y a la barba rubia
que nunca regresó del todo
En los ojos irreversiblemente claros
se enconó el muelle viejo
y el viejo de los manantiales
hendido por los inviernos
que de a ratos serpenteó la vida
hasta que se cansó del idioma
No se vuelve del sur
porque el otoño es indeleble
y la vida queda siempre lejos
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