viernes, 4 de octubre de 2019

CDXCVII

Hay una orquídea,
flor acometida por su temblor de lápiz
que trae en los ojos un abismo intrépido
para vaciarlo en la noche
y dibujarse el pelo negro como una caricia

En su forma de niña leve, tenue,
vive un tiempo ajeno a la estrechez del río
¿alguien vio su sonrisa extensa como un sauce?
Hasta su nombre rebasa su cuerpo frágil
casi como un destino
que el deseo de besar le teje al agua

¿Le importa acaso hablar tanta intrascendencia?
Ella no sabe verdades posibles
porque le importa más la música
que es lo verdadero cuando todo falla

Y siempre pregunta lo que sabe
para ser pluma en un cuello ajeno
bañando madrugadas
desde su guarida de golondrina incandescente

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