sábado, 14 de diciembre de 2019

DCXLII


Si decidir entre lo bueno, lo malo, lo que hay y lo que no hay que hacer y lo que conviene o no; si tomar el camino correcto o incorrecto, o ir a la muerte o a la vida; si la vida es, digamos, una bifurcación señalizada; si todo se reduce a dejar que la culpa sea hija de la voluntad, o a que el sufrimiento se concierte en una pausa reflexiva que lo exilie o lo enquiste, sólo razonando bien; si ser o no feliz es una mera posición del alma que se fija una noche de insomnio, o lo verdadero y lo falso son sólo finales de una ecuación matemática; si, acaso es pura elección la soledad o pura intención el regocijo, si querer o no querer, desear o no desear, amar o no son sólo una geometría de la conciencia pura y libre que se posa donde mejor le cuadra; si todo lo dicho es formulable en teoremas y sentencias bien formadas ¿para qué, entonces, tener un cuerpo, un sexo, una piel? A lxs objetorxs de la pena sin objeto, que es la pena cruda y real, la que existe de veras, les digo, simplemente, que se vayan todxs a la mierda.

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