Si decidir entre lo bueno, lo malo, lo que hay y lo que no hay que
hacer y lo que conviene o no; si tomar el camino correcto o
incorrecto, o ir a la muerte o a la vida; si la vida es, digamos, una
bifurcación señalizada; si todo se reduce a dejar que la culpa sea
hija de la voluntad, o a que el sufrimiento se concierte en una pausa
reflexiva que lo exilie o lo enquiste, sólo razonando bien; si ser o
no feliz es una mera posición del alma que se fija una noche de
insomnio, o lo verdadero y lo falso son sólo finales de una ecuación
matemática; si, acaso es pura elección la soledad o pura intención
el regocijo, si querer o no querer, desear o no desear, amar o no son
sólo una geometría de la conciencia pura y libre que se posa donde
mejor le cuadra; si todo lo dicho es formulable en teoremas y
sentencias bien formadas ¿para qué, entonces, tener un cuerpo, un
sexo, una piel? A lxs objetorxs de la pena sin objeto, que es la pena
cruda y real, la que existe de veras, les digo, simplemente, que se
vayan todxs a la mierda.
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