lunes, 30 de diciembre de 2019

DCLXXIV

En el anverso de este amanecer forzado
un tanto raído por las gotas del higo
recuerdo el sonido de tu voz gemida
en el archipiélago de besos que caían
como las nueces agrestes
sobre tu húmedo paraíso de aromas
que te desnudaba
como la lluvia al verdor de otoño
al violeta y al rojo

¿Viste el sur en otoño
alguna vez?
El silencio es color y si llueve
hablan las hojas en idioma de perlas
como tu boca inolvidable
mandarina del demonio de los besos
manzana prohibda que sin merecimientos
toqué como el tesoro que no puede llevarse
pero arde
en el recuerdo de tu ser de espuma
luciérnaga furiosa
hecha de pan y chocolate
y del mate amargo en compás con la tarde
bailando
el tango de la piel abovedada

Busco
una sola excusa para entender cómo
tanto encantamiento me tocó una vez
y no hay
sólo tu cuerpo más bello que el aire
respiro tu piel
vivo de tus ojos
duermo por tu gracia
y me desvelo por ella

El mundo hace las cosas mal
porque no es verosímil que me quieras
grávida bocanada
del aliento infinito de Dios

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