jueves, 19 de diciembre de 2019

DCXLIX

No se puede abdicar de los ojos lánguidos
del paso de los años hiriendo el rubor
o perfeccionando el arte del dolor puro
vuelto sobre sí como las medias en el cajón
mirando a la verduga como cenicienta
y a mí pobre de mí
como el asaltante dispuesto a quitar un alma
de las que tiene tantas el mundo

Ella no se olvida de mis pies sin camino
pero en su simpleza de migrante ya muerta
no ve que ya no existe ese matiz exquisito
de la boca sin lengua castigando el aire
o de los ojos claros absortos ante el día

¿Quién va a pagar
tanto despojo al amor baldío
de un octubre infame
en el que hasta el sueño fue irreal?

Nací demasiado
demasiadas veces tuve que morirme
y en todas
faltó la cruz de mimbre de sus alas
y ahora lloremos hasta que duela todo
verte
oír como gotea tu sangre amarga
porque no puedo perdonarte
ni puedo perdonarme
tanta lejanía

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