martes, 3 de diciembre de 2019

DCXIV

Un día, dicen, el Mar Rojo se abrió
que Dios resopló su furia y su amor
sobre los cuerpos mansos y los furibundos
y había que pasar
rubricar la fe en el paso vacilante
porque la debilidad se viste de pasado
siempre
como cuando se riega la muerta en sueños
y las caricias vuelven
y la duda es certeza de que hubo
un él, una ella

Y vos, mi Mar de almíbar
tenés en los labios el secreto del guindo
¿para qué seguir allí
condenado al juego de la estatua
cuando están tus ojos del otro lado?

Todo se desarma como el panadero en la boca
y renace en parajes incógnitos
como vuelve la luz que es siempre otra
y girar es la regla del espinillo
con la fuente de agua
donde se bañan los pájaros del mundo

Baila y baila la voz en mi pena
cruza el mar para verme
y eso
eso sólo se paga con constelaciones
boca arriba en la hierba
con las manos trenzadas y tibias

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