domingo, 29 de diciembre de 2019

DCLXXIII

Hay más que el mar, aun desde la orilla
inverosímil
de tu espalda, vestida de hoja impúdica,
que es obligatorio acariciar sin pausa
o mirar llorando,
porque en los huecos de lo bello asoma tu mirada
tu mano tibia encadenada al mundo
para tocar la hierba
y verdear los campos del deseo
con la piel tensa de quien busca el sueño
y lo tiene allí, hecho mujer
que roza el aire para que se entienda
que no se respira más que su silencio
y hay que callar para no escucharte
para morir habiéndote amado
nunca antes

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