martes, 17 de diciembre de 2019

DCXLVI

He decidido sospechar de toda espectacularidad, entendida como la iteración permanente y bramada de la intimidad, vuelta afirmación tan exacerbada que parece más una necesidad de ser reconocidx como combatiente inclaudicable que una expresión de un sentir genuino.
Creo que la militancia abomina de la sobreactuación, como el amor y el arte. Burke decía que lo sublime es ese estado del alma en el que unx está tan lleno de su objeto que ya no le queda espacio para nada más; probablemente sea lo más bello que ha dicho. Kant, en la Crítica del Juicio, se robó medio Burke, despreciándolo, pero en su lenguaje abigarrado dijo lo mismo. La militancia es, si el señor Burke dio en el clavo, una de las manifestaciones de lo sublime, que por la misma definición nos remite a la incompletud: hay más que Yo; o mejor, sólo hay Yo en ese “más”; pero no es una declaración, sino un estado, un estar, un devenir que no se declama, porque precisamente no hay lenguaje sin distancia y quien necesita recitar su pertenencia, su lugar, su espacio, si importancia, no está, ni existe como modo de una plenitud contingente, parafraseando a Spinoza. Es porque su nombre es irrelevante si debe pronunciarse cada vez.
¿Cuántas veces es necesario repetirse parte del pueblo? Ninguna. Se es pueblo en el silencio de la lucha y el abrazo, en la placidez de la escucha y la ingravidez del “no he sido Yo”, sino nosotrxs.
El espectáculo es el todo. No la obra, que debe ser completada cada vez, sino el show, la mostración de lo incompleto como si fuera una totalidad con sentido. Lo es, de hecho y por eso empieza y acaba, mientras la obra persiste. Hay quienes no pueden distinguir entre obra y espectáculo y habitan lo segundo como si forjaran lo primero, sin entender que es el ir y venir entre el uno y la otra lo que da sentido al actuar, que es obra, en la cual hay Sujetx y no protagonista. Le protagonista es lo otro de le Sujetx, pura sincronía autocomplaciente.
Así, abro mi Feisbuc y llueven las ostentaciones del “Soy”, repetidas una y otra vez. Eso es espectacularizar: decir “Soy” en lugar de ser.
Seamos peronistas, pueblo, compañerxs, luchadorxs. No hace falta decirlo todo el tiempo; más aun: decirlo todo el tiempo nos arranca del ser, que es siendo, regalo, belleza, pensamiento, deseo.

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