domingo, 16 de junio de 2019

CCLIV

Silencioso y brusco
se aquieta el colibrí en la ventana
no respiro
estático y mudo lo guardo
necesito tenerlo hasta mañana
al menos en la memoria
para recordar el día en que te vi
fugaz hipnótica y tersa
como un soplo de paz en la vida
que traía a cuestas desgarrada
y me llevé bañada de golondrinas

¿Cómo cabe tanto amor en un instante?
¿Cuánto más puedo hacer para no verte?
La noche es cascabel de los tormentos
pero ya ni la madrugada cura
ya ni el día me refugia de tus ojos

¿Cuánto habrá que llorar para dormir
sin temer que se astille la mañana?
El frío está puliendo huesos
y en la cama la piel se hace presagio
de lo que no es ni sombra de un suspiro
de que ni respirar será posible
hasta que huela la espalda precisa
de la que me escapé para ser vano
inerte y desabrido y ritual
ferviente detractor de tempestades

Hoy te toca ser huella irrenunciable
y si un día se arrebata la medianoche
y se cuaja el amanecer en lágrimas
yo sabré que el colibrí fue tu venganza
y no haré más que rendirte culto
minuto a minuto
hasta que ya no me queden palabras

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