sábado, 22 de junio de 2019

CCLXIX

Penas que migran de cielo en cielo
cosidas a nubes muertas que se arrastran
para dar sombra al trigo que se escalda
en el borde del camino intransitable

Hemos contado historias formidables
a los jerarcas del beso acontecido
para que la espalda del sol quedara intacta
así como es imperturbable el pájaro
que vuela sobre el techo sobreviviente
de la casa siempre inhabitada

Pero los cuentos duran primaveras
y los otoños saben que a su turno
la vida será amarilla o roja
pero siempre incontable con la luz apagada

El terror del verano es amenaza
y es lejano el invierno que cura la fiebre

Es en esa rendija donde duerme el poeta
estático y trunco inevitable
siempre herido de ausencia y exilio
siempre ciego al sentido de su vida
siempre ajeno a sí mismo, siempre otro
deshecho por el tiempo que no acaba
ni descansa

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