sábado, 8 de junio de 2019

CCXLII

Mi padre tenía manos como árboles
y le brotaba del surco de la sonrisa una pena enquistada
fue, creo, feliz alguna vez
alejándose sobre el lomo del agua hacia su soledad preciosa

Nunca fue menos frío que su cuna encadenada

Mi padre fue un espejo del dolor del río
se escondió una noche para regar engaños
y yo lo vi agazapado desde mi cama deshecha
para descolgar de la noche un desconsuelo
con el sigilo furtivo del que no quiere ser noble
a riesgo de perderse en un amor insípido
amor que nunca supe

Siempre fue verano para mi memoria
y una vez, sólo una
atardecimos juntos en un viaje desconcertante

Lo demás fue su barba eternamente ajena
o su mirada siempre destajada
o un cuento a oscuras para actuar ternuras que no había

Lo quise una vez, no puedo mentir
pero fue hace tanto tiempo que se borró toda huella, toda memoria;
hoy cabe en una lágrima, todo él
y ni siquiera es mía

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