sábado, 1 de junio de 2019

CCXXXVI

El río está quieto
en la casa del dueño del silencio
duerme el niño rojo que creció desnudo
y la calle áspera como un desprecio
se viste de otoño demasiado despacio

Si te quisiera menos
o si pudiera perder el duelo con tu boca
perderlo para siempre
se vería más lejos la hondura del beso
del beso perdido
imposible

Pero
la esperanza es cruel
se clava en la vida como el olor del jazmín
persiste
duele más ausente que en la mano
y si nunca hiere del todo
es porque deja espuma en la memoria
como el mar que se retira
antes de que sea posible claudicar
rendirse

Te llamarías agosto si no fueras tan lejana
y te harías de inviernos y lloviznas
un vestido incipiente
siempre descolgado en la cintura

Te veo hasta en las grietas del deseo
allí donde no hay más que ausencia
allí donde no quedan consuelos
ni cenizas

Estás hecha de viento
y yo bailo a mi pesar cuando ocurrís
al lado de de las hojas secas

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