jueves, 20 de junio de 2019

CCLXIII

La infancia es un bosque muerto
he vuelto a ella demasiadas veces
a buscar el reposo grato de los dedos pinchados por arbustos dulces
o las manos rugosas del peregrino
o el arrullo abrazador de la huérfana expatriada

Cada hoja que recuerdo
(y las hojas pasadas eran azules y rubias y rojas)
es hoy una costra marchita y quebradiza
y no hay manos ni nanas ni sueños
sino chillidos tercos o silencios aterradores
y cada presagio un naufragio
y cada dedo una cicatriz inexplicable

La infancia es un viaje entre lágrimas
desde el pudoroso abandono del desgano
hacia el impúdico desprecio de la ausencia
y no queda en el medio más que unos amores y unos hijos
no es tan poco, ciertamente,
pero el mañana no siempre es futuro
y para eso no alcanza con consuelos
porque la muerte está repleta de esperanzas vanas

No hay comentarios:

Publicar un comentario