miércoles, 26 de junio de 2019

CCLXXII

Hasta en la fiebre de la tarde
allí cuando reposa el celo del día
y se duerme el demonio que te acecha
presagiando el mañana apelmazado
voy a cuidar tu espalda de libélula
en el mayor secreto posible
para que no te duela mi tristeza
ni te arrepientas de mí, siempre insípido

Porque ayer
desde el río feroz
el frío te ajó un ala
y dijiste el verbo
que me hiere

¿Vas a darte un día más para esconderme
o tendré que cerrar el portón de la caricia
para que ya me quieras sin quererme
por lástima de mí, vano barrilete
sin brisa siquiera para llegar a tu boca?

Nunca hubo adiós
menos ingrato
que aquel
desplomado sollozo
de años sin cielo
ni esperanza

¿Qué habré padecido más
que la llaga purulenta de tu mirada
el día más fatal de todos?

El amor está cerrando las ventanas
y para ver más allá de la tristeza
se vuelve imprescindible tu locura
tu pericia inmoral para encoger la boca
y decir cada sueño que me falta
como si nada

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