De la grávida pena fugitiva
quedan a veces restos deshojados
no hay dolor más desnudo que el pasado
cuando rae la memoria, siempre viva
La muerte no es temor, sino consuelo
en el alma cuajada por la herida
que dejan soledades destejidas
en el pecho postrado, siempre en duelo
Pero caben sonrisas en la oscura
pesadez de las muertes prematuras
que arrasan con los días del otoño
El amor abre huecos en el llanto
y a veces se abre paso, tanto, tanto,
que reboza el desierto de retoños
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