martes, 9 de julio de 2019

CCC

No llegaron al mismo tiempo. Fueron de algún modo complementarios, pero hicieron falta algunas fotos (bellas algunas) en las que la palabra "madre" parecía predecir futuros menos graves y otras, similares, en las que el hombre del pánico, él sí cuerpo, lamentablemente, hacía el papel de caricia, aprovechando el derrotero desdoroso de la palabra "padre".
Él, decía, el hombre del pánico que me adiestró en el mutismo vengativo, llegó un poco antes que las dieciocho monedas. Nunca fue tan sólido el desconsuelo, ni tan espesa la memoria.
El orfebre desolado murió poco después, cuando el drama empezaba a despedir sus primeros hedores. Me dejó, como herencia, un atardecer de Perón y chocolate. Hay fotos de papel y otras, como esa, de carne y hueso. Creo que supo de su muerte mucho antes. La sirena lo lloró en relatos que colmaron amaneceres y noches desmedidas. La palabra "madre", a su modo, lo lloró también, para despreciarlo en voz alta innecesariamente, lo cual era perdonable, aunque incautara el recuerdo luminoso del amor real.
Vino el nuevo exilio, está vez inclemente, a la casa ordenada hasta el ridículo. Uno, dos, tres. La ventana zozobraba en esperas interminables; la palabra "madre" caminaba siempre como si el tiempo sirviera de algo. Su ausencia, irreprochable, fue el terror más obsceno. A solas con el hombre del pánico todo era amenaza de agonías.
La palabra "padre", ya reconocible y geográficamente más sensata, empezó a ser una frecuencia. Llegó, también él, con un espectro terrorífico, cuyo sadismo era proporcional a su desprecio. Cuerpo ella, también, como el hombre aterrorizante; duplicada, para colmo. Ella, la gemela, hizo su goce en mi miseria. Creo que fue por esos tiempos que entendí que el hogar era una quimera. Extranjero perpetuo, desquerido por ajeno en cada templo del "mi", comencé a callar para no estar donde no estaba. Y así, muy de a poco, comencé a llenarme de palabras, que iría atesorando como reliquias.
Algo debía ser mío, entre tantas ajenidad; elegí el silencio.

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