lunes, 8 de julio de 2019

CCXCVII

Miniatura de ángel
demasida en sí misma
robada al sendero del roble
que llevaba al manantial secreto

Era una impotencia
desde el inicio del verbo
nunca dicho por suerte
abismal y virtuosa libélula
de voz de caramelo

Advino sin sentido
sólo para espiar la cueva
arropar los silencios
y lavar el patíbulo
del conejo aterrorizado

Y se fue igual de mansa
reída por un sol de julio
a cultivar veranos
en el fondo del día

Habrá que extrañarla
desmentirla en los sueños
despeinarla de a poco
del tormento repentino
y de la piel despistada

Los amores no existen
más que para pasar un día

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