La tarde es dolor puro, barricada,
coraza, fortaleza, honda trinchera
conteniendo dulzuras de manera
que la vida sea nada, nada, nada
Sólo muertos habitan mi alma herida
sólo sombras transitan en el pecho
sólo espinas reclaman su derecho
a rasgar la piel vana y desquerida
No hay más sufrir que el mío, condenado
por la vana esperanza de amor cierto
lo que vale un suspiro me ha dejado
Mi cuerpo enmohecido y moribundo
no es ya más pantomima en el desierto
y reclama un abismo más profundo
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