sábado, 13 de julio de 2019

CCCXII

Habló varias veces con Martina, la trapecista. Se habían vuelto algo parecido a buenxs amigxs, pero en general hablaban del fotógrafo invisible, a quien era difícil encontrar sobrio.
Gerardo le contaba a Martina sobre el Pibe y ella cambiaba de tema. Es difícil desahuciar a alguien querido y ella a Gerardo lo quería, sobre todo desde que le explicó el propósito de sus visitas.
Había algo de desenfreno en la ubicuidad de Gerardo. Pero hablaba siempre como si de cada palabra dependiera el futuro del mundo. Esa tenacidad en la exactitud era tan opuesta al descuido de ella que varias veces estuvo a punto de proponerle cojer, sólo por curiosidad; pero en las conversaciones aparecía Daniel y el temor a una negativa era más fuerte que el erotismo que le producía imaginar a ese hombre apelmazado (pero incomprensiblemente bello), disfrutando del cuerpo de un joven tan cruel.
La cuestión fue que ese día Gerardo sugirió que ella y el fotógrafo guardaban la llave del secreto que intentaba descubrir.
- Entre Ricardo y vos - dijo Gerardo - hay un nexo evidente: no pueden pensar si no se mueven. Lo que me intriga es la inversión que hace que el cuerpo los haga pensar. En realidad, está mal formulado; te lo digo en forma de pregunta: cuando pensás, ¿lo que te viene a la mente se parece a tu cuerpo?
Martina se quedó callada un rato largo, algo raro en ella. Realmente se concentró en la pregunta, que la había tomado por sorpresa. Y lo único que se le ocurrió decir fue que la pregunta estaba mal hecha, porque ella no podía disociar las dos cosas.
- Yo pienso con las piernas - le dijo. De hecho, las mejores ideas las tengo ahí, en las piernas, en los brazos, en la espalda; nunca creí que las ideas fueran algo que viviera en la cabeza.
Gerardo anotó algo en el cuaderno.
- ¿Qué escribís? - preguntó Martina.
- Se me ocurrió una cuenta, una fórmula; pero todavía no sé qué significa.
Ella se rió; y le preguntó por Daniel.
- Ahí anda - dijo él. Mañana me va a llamar.
- Llámalo vos - dijo ella.
- No hace falta. Mañana me llama, vas a ver.
Se fueron del bar a las ocho. Daniel llamó al otro día, a la hora correcta.

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