domingo, 7 de julio de 2019

CCXCIII

Escanciar la vida prestada
sin el duelo ínfimo del abrazo
vale menos que un desprecio
y no es prisma ni espejo
ni reflejo de piedades falsas
arrojadas como barro

Hay un hombre, hay su niña,
hay el hambre tortuosa
y la escama del infierno
recalcitrante herida
que de pura indiferencia
supura hacia adentro
con orgullo de mártir

¿Sabe siquiera el olvidado
que merece memorias?
Habla de pasados grises
con su lengua de sobreviviente
y de futuros prófugos
e impotencias sin cura

El mundo está tuerto
torcido, hediondo, moribundo
y el hombre devora obviedades
como si fueran gracias.
Miserables cuerpos bellos
que recaudan desamores
siguen su rutina escuálida
mientras la niña ríe
su desgracia en pausa.

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