En el fondo de todo hay restos inconfesables. Acá va sólo el reflejo tolerable de las ruinas. El conejito está detrás del fondo. Ni se molesten en buscarlo.
miércoles, 10 de julio de 2019
CCCII
Hay cierta luminiscencia en la esquina. Él teme acercarse; los peores fantasmas parecen luces. Y la memoria no le falla: ella murió con el sol en la cara. "Hacerse visible es peligroso", pensó. Se escondió en el edificio y escribió en un cuaderno el nombre de la muerta. Prendió un cigarrillo y abrió la ventana. Se dio cuenta de que nadie iba a reclamarle por ninguna de las dos cosas y lloró hasta quedarse dormido. Esa noche decidió que el mundo no era un lugar conveniente. A la mañana siguiente le hizo una sonrisa al espejo. Fue la última vez que sonrió. A la muerte hay que darle pena, si no, no viene.
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