miércoles, 24 de julio de 2019

CCCXLIII

La palabra no las palabras
porque las palabras son un problema cuando bulle la palabra
es la equivocación sutil en la que muero

Ya prometí una vez, dijo mi madre
callar definitivamente
era tan pequeño que cabía en las guindas del abuelo
del otro, del del idioma asesino
que no legó ni un abrazo memorable

Es fácil prometer cuando se es niño
la vida está cubierta de posibles
y de baldíos y de pelotas y de vergüenzas olvidables
(aunque aun las recuerde)

Pero los años son inclementes
hay que nombrar el miedo para sí, por ejemplo,
o su cara más cruda, ella;
y callarlo a todxs para padecer de lágrimas
calladas, invisibles al mundo

Arena montañosa en la que rodé
el cuerpo sabe caer y atolondrarse
arena, arenita hermosa al borde de la avenida
¿por qué sufro así, si soy tan bueno?

Qué pálido fue el beso de su barba
qué insípido el abrazo de su mar
¿acaso era posible decir algo que valiera?

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