jueves, 29 de agosto de 2019

CDXXV

En el fluir del corredor sonoro
que lleva el labio a destino de labio,
queda un suspiro como cruel resabio
de la mujer por la que solo lloro.

Pequeña dulce como caramelo,
fina libélula que traza el día,
¿cuánto se duele de esta pena mía
si para ella está pintado el cielo?

No la abandono, la caricia espera
más horizontes que el vuelo posible,
pues sólo el sueño labra lo visible

Aunque a sus ojos sea yo quimera.
Tal vez la noche me pinte de verde
y llegue al cuello que hoy solo se pierde.

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