El aire era denso en el calor crudo,
huía la tarde rendida de enero,
yo rugía penas de pordiosero
desde mi enanismo de niño mudo
Él solo cabía como castigo
y ella callaba como ausencia pura,
era mi espanto cruenta nervadura
de hojas muertas que servían de abrigo
Así crecí recio al amor jurado
y al beso trivial siempre sospechoso
la vida silente fue fiel reposo
Y todo
cariño fue claudicado.
Nadie
pida ahora ternura o beso
pues todo
lo bello murió por eso.
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