viernes, 30 de agosto de 2019

CDXXVIII

El aire era denso en el calor crudo,
huía la tarde rendida de enero,
yo rugía penas de pordiosero
desde mi enanismo de niño mudo

Él solo cabía como castigo
y ella callaba como ausencia pura,
era mi espanto cruenta nervadura
de hojas muertas que servían de abrigo

Así crecí recio al amor jurado
y al beso trivial siempre sospechoso
la vida silente fue fiel reposo

Y todo cariño fue claudicado.
Nadie pida ahora ternura o beso
pues todo lo bello murió por eso.

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