sábado, 3 de agosto de 2019

CCCLXIV

Me gusta cuando el frío se hace albergue en la esquina
y el silbido del jadeo desarraiga el hastío
y en la calle descolada la rata cruza lejos la vereda
y una hoja baila el tango que traigo en la cabeza
cruzando la calle como una mariposa

Hoy pensé en ella de nuevo y en sus estatuas y su olvido
y en su forma de dejarme a la intemperie sin desgarro
y en su crueldad de niña invencible y burlona.
Hoy pensé que es triste ser el graznido de un náufrago
orillando horizontes de agua turbia y pena

¿Por qué la quiero así desencajada y pálida
arrugada en su mueca de desprecio pontificado y seco?
Si eligiera una historia para ocultarle a mi muerte
ella sería olvido y venganza sinfónica

¡Vea Dios qué inclemencias me acarician la espalda!

Vuelvo a la casa lastimada por la indiferencia
hoy ya tuve mi espasmo de niño abandonado
La hoja que volaba se atascó en las persianas
y la niña ni duerme ni existe ni llora

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