Leí ya en varios sitios la sentencia
siguiente: “Lo que el corazón calla, la mente entierra, el cuerpo
se enferma y el alma se quiebra... Lo que el corazón habla, la mente
se calma, el cuerpo sana y el alma despierta”. Lo primero que me
llama la atención es la distinción entre el corazón y el cuerpo, o
la mente y el cuerpo, o el cuerpo y el alma y el alma y la mente.
El corazón calla y el cuerpo se
enferma; el corazón habla y el cuerpo sana. Está claro que en
términos literales el corazón no habla; supongo, entonces, que en
la sentencia, la palabra “corazón” es usada metafóricamente,
del modo en que se utiliza cuando se dicen frases como “te hablé
desde el corazón”, por ejemplo; o “te lo digo de corazón”.
¿Pero que metaforiza el “corazón”?
No puede ser el alma, ya que lo que a esta le sucede es una
consecuencia de lo que le sucede al corazón, por lo que son dos
entidades diferentes. Lo único que se me ocurre es que la sentencia
apunta al sentimiento inexpresado; es decir, el “corazón”
ocuparía el topos de los
sentimientos. Algo así como que el no expresar los sentimientos hace
de la mente un cementerio que enferma al cuerpo y quiebra al alma (y
lo contrario en el caso siguiente).
Más allá de que las relaciones
entre alma, cuerpo y mente, tan maltratadas en el aforismo citado,
parecen un tanto más complejas y menos dadas a relaciones causales
tan terminantes y lineales (bien podría decirse y en definitiva es
lo que creo, que son simples puntos de vista de lo mismo), sorprende
cierta ligereza en la apelación a la palabra como cura, fuera de
todo contexto.
“Lo que el corazón calla”;
¿Dónde? ¿A quién? ¿Por qué? ¿De quién es, si es que hay
pertenencia, el alma quebrada? ¿Es que acaso resguardar el alma
propia es razón suficiente para quebrar el alma de otrx? “Lo que
un corazón habla”, siguiendo el hilo de la metáfora, es escuchado
por otro corazón; ¿No es entonces posible pensar en “enterrar”
en la mente propia ciertas cosas que, una vez dichas, pueden enfermar
un cuerpo ajeno? ¿No es acaso uno de los rasgos distintivos de lo
que llamamos “subjetividad” el poder convivir con la incompletud
necesaria del “alma” sin fisuras?
No todo silencio es patológico y son
patológicas muchas locuacidades. El amor sería imposible sin un
“corazón” capaz de callar; nadie toleraría el ello desbocado de
su objeto de deseo. “Lo que el corazón calla, la mente calla, el
cuerpo calla y el alma calla... Lo que el corazón habla, la mente
habla, el cuerpo habla y el alma habla”. La cuestión no es si
callar o decir, sino qué decir y qué callar. Lo demás es David
Carradine caminando sobre papel de arroz. Lindo, pero para la tele.
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