sábado, 31 de agosto de 2019

CDXXXII

Besar como proyecto
como tesis
Que la fantasía labre el beso
como una escultura
primero
sólo una distancia
una cercanía
sólo dos alientos que rocían las bocas
temperaturas
para que el contacto
en exceso sutil
parezca accidental, inesperado
un mal cálculo
dejar que la nuca sufra el escalofrío
que las narices se acaricien
y rozarse de costado
de lado a lado

cerrar los labios
sólo dos
sobre un labio nuevo
recíprocamente
hasta que se acanale la boca
como un encastre exacto de pétalos móviles
y alejarse de nuevo para volver

Entonces repetir el ciclo
ya no accidentalmente
y que en cada reencuentro se teja una profundidad
una hendidura
sobre la piel elástica que cede
y humedece la boca en infinitivo

Acercar el pecho
entrelazar los dedos
arriesgar los dientes en la esponja frágil
y abandonar el pudor de la quietud
con el leve mordisco devuelto
y sólo entonces
capturar un labio con la boca recia
hasta que el aire huela a canela y menta

La lengua
como accesorio de exploración
rodando en la superficie del aire ínfimo
que toca y se escapa y espera
a la lengua tímida que la retribuye
porque los labios ya no se cuentan
son sólo dos que parecen cuatro
como diez dedos dobles
y un pecho sin bordes

Recién ahora
girar la cabeza apenas un grado o dos
y ofrecer la boca abierta
la única boca bifurcada
al espesor cálido del baile trenzado
que desata y ata las lenguas como serpientes
y aleja y separa el labio como valva
para que la mano suba y el pecho se funda
y ya quedar ciego
restado al mundo más allá del beso
con la respiración exaltada
como toda música
hasta que haga falta perforar la noche
con una mirada
que recomience todo

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